miércoles, 24 de abril de 2013

Cultura : "Vida" por Jean Carlos Ríos Oscco / Poetas y Músicos se reúnen en Ica



VIDA: ¿un tema netamente de interés científico?

“En sus diez mandamientos, Dios olvidó mencionar a la naturaleza. Entre las ordenes que nos envió desde el Sinaí, el Señor hubiera podido agregar, pongamos por caso: “honraras a la naturaleza de la que formas parte”. Pero no se le ocurrió.
Hace cinco siglos, cuando América fue apresada por el mercado mundial, la civilización invasora confundió a la ecología con la idolatría. La comunión con la naturaleza era pecado, y merecía castigo. Según los cronistas de la conquista, los indios nómadas que usaban cortezas para vestirse jamás desollaban el tronco, para no aniquilar el árbol, y los indios sedentarios plantaban cultivos diversos y con periodos de descanso, para no cansar la tierra. (…) muy recientemente nos hemos enterado de que la naturaleza se cansa, como nosotros, sus hijos; y hemos sabido que, como nosotros, puede morir asesinada. Ya no se habla de someter a la naturaleza: ahora hasta sus verdugos dicen que hay que protegerla. Pero en uno u otro caso, naturaleza sometida o naturaleza protegida, ella está fuera de nosotros. La civilización que confunde a los relojes con el tiempo, al crecimiento económico con el desarrollo y a lo grandote con la grandeza, también confunde a la naturaleza con el paisaje, mientras el mundo, laberinto sin centro, se dedica a romper su propio cielo”.

EDUARDO GALEANO

¿Qué sentido tiene vivir? ¿Qué importancia implica nacer en este mundo? ¿Cuál es el propósito de nuestra estadía efímera en este pedacito de cosmos?

Palabra recurrentemente pronunciada pero escasamente respetada:

la vida. Esto no se reduce a los entes “bióticos” como lo define actualmente la ciencia; si la comprensión nos permitiera dejar deser materialistas, por unos instantes, tendría un valor mucho más significativo, y la amplitud de esta abarcaría todos los seres (orgánicos e inorgánicos) que conforman nuestro universo.
Pero la conciencia escasea en un planeta que se ha dejado subyugar ante la megalomanía del desprecio. Y pensar que fuimos, alguna vez, un tanto respetuosos con nuestra naturaleza; pero el recuerdo de eso esta tan lejos como la estrella más próxima a nuestro sistema solar(Alpha Centauri, 4,2 años luz). Y ahora, quien sufre las consecuencias es nuestro planeta, y todas las entidades más indefensas que alberga generosamente. Sin embargo la responsabilidad recae a un pequeño grupo de la población total:

aproximadamente el veinte por ciento de los seres humanos son los causantes de losagraviosmás espantososperpetrados a nuestra tierra, ósea el ochenta por ciento (industrias, fábricas, multinacionales). Esto podría tranquilizarnos, respirar profundo, aliviarnos; pero no, la culpa es compartida: desde aquel despistado que arroja al suelo una botella, hasta los mercenarios capitalistas que tienen la simpática costumbre de intoxicar el aire, envenenar el agua,y maltratar el suelo. Porque los amos del mundo no solo asesinan sin misericordia sino que asesinan por puro capricho: 45,000 personas mueren a diario (en su mayoría niños) de hambre y sus consecuencias inmediatas. Según la FAO el mundo produce el suficiente alimento para abastecer al doble de la población mundial actual, con 2,500 calorías por día que es lo nutricionalmente recomendado.

Las medicinas son un privilegio para las clases acomodadas. Los frecuentemente olvidados del África nos miran con envidia y resignación ya que no cuentan con los medicamentos necesarios para combatir el VIH, tuberculosis, fiebre amarilla, malaria,etc. Por desgracia, los oligarcas de la economía patentan los nuevos medicamentos que se crean en laboratorios sombríos, y los destinan a mercados poseedores de un buen poder adquisitivo. Dejando en claro, de esta manera, que la globalización es la excusa necesaria para asesinar con impunidad a los “nadies” que somos muchos;porque, la globalización y el neoliberalismo, que tan bien encarnabanMargaret Thatcher y Ronald Reagan, se puede resumir de la siguiente manera:“nosotros, los amos, nonecesitamos razones para patearles el culo cada vez que sea conveniente”.

La mismísima superpotencia mundial, los E.E.U.U., mata con total descaro a millones de personas por deficiencias en los servicios de sanidad, mientras el estado, en su afán de poder y arrogancia, prefiere invertir, hasta diez veces más, en la tecnología del descuartizamiento humano, que serán usadas en sus campañas bélicas, para erradicar la “herejía que atemoriza al mundo”, al estilo Vaticano en su época más sangrienta.

Pero el estimulantepredilecto del capitalismo, que es el consumismo, y nosotros que somos sus incondicionales fielesignoramos, en gran medida, los costos (y no me refiero al dinero) que genera producir un aparatito que tan loco vuelven a las masas: ¿sabía Ud. que aproximadamente 2,000 africanos mueren al año en la minas de donde se extraen coltan, un mineral imprescindible para la elaboración de los aparatos de telecomunicaciones?

El consumismo nos consume y las huellas que dejan son imborrables. En este mundo, la indiferencia es el requisito fundamental para el desarrollo, y la estupidez la forma más prudentepara socializarnos.

Los vendedores de esperanzas descartables, el Fondo Monetario Internacional y el Banco mundial, que son los mismos que ahorcan a las naciones del mundo con sus políticas asfixiantes, pretenden inyectarnos, cual vacuna, la dosis requerida del capitalismo depredador para liberarnos de la pobreza que occidente,desde el siglo XVI, impusieron a punta de sangre y fuego. Mienten con sumo desparpajo, debido a que si los países subdesarrollados consumieran lo mismo que los del primer mundo, haría falta como mínimo diez planetas como el nuestro. Y solamente contamos con uno. Pero como uno es ninguno,el olvido hace su deslumbrante acto de magia para borrar, de un plumazo, cualquier cargo de conciencia que nos acose por las noches.

La tierra se encuentra en cuidados intensivos y muchos de los que lo pueblan también. Producir un kilo de carne de res demanda entre 20,000 a 100,000 litros de agua. La industria ganadera se traga a diario cientos de árboles; su apetito voraz es justificable: abrir paso a los pastizales para amamantar sus negocios.Mientras tanto la realidad golpea nuestra cara, realidades distintas que estamos acostumbrados a desconocer: el suministro de agua en Sudan es escaso y los pobladores no llegan a las cantidades necesarias de consumo de agua por día: nosotros, 300 L., ellos, 60 L.

La digestión de las vacas es tan peligrosa como el humo que se desprende de los carros, el gas metano que emanan las primeras captan 26 veces más calor que el dióxido de carbono de los segundos. Y como regalo de navidad: el enloquecimiento de nuestro clima, o calentamiento global.

Miles de animales aniquilados, árboles talados indiscriminadamente, seres humanos empujados al matadero, y un planeta agonizante es el resultado no de un sistema económico capitalista que nos reprime, sino de la oxidación mental que nos empuja sutilmente contra la pared; ¿y los medios? ¿dónde están? ¿en qué rincón de las mentiras más sinceras se ocultaron?

A los que piensan con la indignación en la mano, les colocan el rotulo de “ecologistas”, o “ambientalistas extremos”; pero es que no se trata de posturas ideológicas, por el contrario, es más bien, un acto de ¡sentido común!

Si entendiéramos que la solidaridad es una virtud humana y no el nombre de un hospital de Lima; si alcanzáramos a comprender que el respeto no se compra en ningún supermercado; si aceptáramos que el amor da vida incondicionalmente y que nos ayuda a ser cada día más prójimo, el mundo no estaría tan desigual y acabaríamos odiando nuestros resentimientos.

( Jean Carlos Ríos Oscco )


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