domingo, 31 de diciembre de 2017

Cuarta interviu a Papa Noel (Primera parte) por Sixto Fernández Alvarado

CUARTA INTERVIÙ A PAPA NOEL

PRIMERA PARTE

Amable lector:

Para quienes nos honran leyendo nuestros modestos escritos, quizás recuerden que hasta hoy hemos sostenido y publicado tres encuentros (entrevistas) con Papa Noel. Aquel intercambio quedó –por parte nuestra- cerrado y sellado, no sin ser invadidos por nuevas interrogantes y disquisiciones que preferimos enterrar.

Sin embargo, parece que los eventos -por extraña, increíble coincidencia- fueran programados anticipadamente y todos vemos con estupor que suelen cumplirse escrupulosamente con los desenlaces más sorpresivos:

En éstos días navideños y sin que nada haga presagiar un nuevo encuentro con el gordinflón de uniforme rojo escarlata y risita cachacienta, nuestra existencia discurría en la espiral del tiempo y sin sobresaltos, más allá de los que, -discúlpese la redundancia-están programados anticipadamente. Precisamente el 24 de los corrientes, recibimos aviso de que un ex compañero de estudios a quien no veíamos hace muchos años, estaba internado en un hospital. Hacia allá nos dirigimos para visitarlo y ofrecerle nuestro afecto y aliento. Ingresamos por largos pasillos y largas butacas, atestados de pacientes.

Ligeramente confundidos con relación al piso y el número de habitación, ingresamos en donde no debíamos: en la cama yacía un hombre de aspecto gordinflón, aunque “desinflado” por alguna dolencia. Cuando retrocedíamos haciéndole una venia -a manera de saludo, disculpa y despedida, nos dijo:

“…No te vayas, acércate…” Intrigados, acatamos su petición. “¿Acaso no nos conocemos desde antes?” “¿Acaso no me reconoces, Conde Chaucato?” Me dijo y sorpresivamente se rió: “¡JO, JO, JO!” Aunque no tan alegre y más bien seguido de una fuerte tos que lo acalló. Estupefactos nos acercamos lentamente señalándolo: tú….tú…tú eres Papa Noel… Y haciéndome un gesto con el dedo índice cruzando sus labios, me demandó bajar la voz: “…SI…SOY YO…y desde aquí, presentí que ingresabas al hospital…acércate más…”

Intrigados por el increíble encuentro, nos sentamos al borde la cama y preguntamos -como era lógico- ¿Qué hacía allí y por qué? “Te contaré hijo”, contestó: Sabrás que no solo soy mensajero de la paz navideña, regalón de los niños, sino que soy EMPRESARIO: mi fábrica en donde se producen todos los juguetes, empezó con unos pocos trabajadores ELFOS (enanos) cuyo costo de su mano de obra era la más barata del mundo. Ahora son muchísimos…”. “Sabrás también que los regalos que llevo por todo el mundo, no son tan “regalos” sino que los adquieren los padres, inconmensurable mercado cautivo capturado por mi imperio. Hasta que los chinos irrumpieron y trastocaron el antiguo orden: Estamos siendo relegados por una pavorosa producción y desleal competencia que obligará a cerrar mi taller y ya estoy siendo reemplazado por un Papa Noel Chino, con botas y uniforme caqui.

Además y en forma tardía, con relación a las relaciones con que se maneja la economía mundial actual, de la forma más extraña alguien introdujo en mi taller, bastarda lectura de Karl Marx y otros. Pese a la cortísima distancia que existe entre mi domicilio –ubicado entre Finlandia y Rusia- mucho cuidé que no nos afectara la corriente marxista-leninista que el segundo de los nombrados irradió por todo el mundo. Uds. Conocen bien que después de la fascinación que tal ideología y dogma prometen para el ciudadano, conlleva la pérdida del más preciado bien del ser humano, como es la libertad; y también más pobreza.
Cierto que la democracia no es el sistema ideal pero hasta ahora ningún otro que se haya planteado la ha superado y decretado su extinción dialéctica. Los elfos leyeron a Marx, formaron un sindicato y empezaron a exigir impensables beneficios, regalías y otros, como la “redención de la plusvalía”, etc. Y por si fuera poco, cuando me negué, se iniciaron las huelgas y los piquetes de atentados: la mágica máquina para hacer juguetes, se malogró plantándose la producción… Y a pesar de todo y con el afán de cumplir con los niños del mundo, me hice embarcar en el trineo y salí anticipadamente, sin sospechar que Rudolph, el otrora leal reno de la nariz roja, había enrojecido su pensamiento y el de sus compañeros, con la lectura de Marx.

Confabulados todos, hicieron una maniobra estudiada, lanzándome al vacío y caí pesadamente sobre un techo y luego en un callejón encima de unos trastos de basura, aquí en Lima, Perú. No supe más, perdí el conocimiento y aparecí en ésta habitación. Al parecer y según comentarios que oí cuando recuperaba la conciencia, suponen que soy un loquito de barrio vestido como estaba, para alegrar a los niños pobres.

¡Tú eres pues, mi querido Conde Chaucato, el único que sabe quién soy! ¡Solo tú puedes ayudarme! ¡Debo volver a Laponia y debo hacerme restituir en la dirección de mi empresa! ¡Debo liberar a los elfos de los abismos a que los llevará la locura comunista!

CONTINUARÀ…

condechaucato@yahoo.es

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