jueves, 24 de julio de 2008

Tesoros musicales de 2.500 años de antigüedad alberga museo de Tito la Rosa

Carhuaz, Perú | EFE (publicado en los tiempos.com de Bolivia)

Ocarinas de cerámica, quenas de hueso y vasijas silbadoras pre-Incas de más de 2.500 años de antigüedad son algunos de los tesoros que alberga el Museo de Instrumentos del Perú que el músico Tito la Rosa ha creado en la ciudad andina de Carhuaz.

En un enclave en la zona andina del departamento de Áncash, al noreste de Lima, La Rosa ha dedicado los últimos 15 años de su vida a encontrar, investigar y recuperar instrumentos de viento de las antiguas culturas que poblaron el territorio de Perú.

"La vida me llevó a encontrarme hace 20 años con un instrumento musical muy especial, una quena de hueso (...), esa quena cambió mi universo acústico porque allí decidí penetrar en la música del Perú milenario", narró a EFE mientras sostenía entre las manos una pequeña flauta de hueso.

"He vuelto a vivir a mi pueblo, a Carhuaz, y he construido un pequeño, pero significativo museo de la música y las artes chamánicas (curanderos tradicionales)", añadió.

Dentro de la colección de este músico y sociólogo peruano que ha colaborado con figuras internacionales como el japonés Kitaro, destaca una vasija silbadora de cerámica de 2.500 años de antigüedad que, para La Rosa y basándose en la forma que tiene, "representa a la madre sonando".

Este instrumento de viento no se toca soplando sino que se le vierte agua en el interior y la música se produce según la inclinación y la velocidad del movimiento que se le de a este aparato ancestral.

Lo anterior es un claro ejemplo de la dificultad que tiene tocar estos instrumentos, que, sin manual de instrucciones ni registro del tipo de música que hacían las culturas a las que pertenecen, obligan al artista a trabajar e investigar hasta lograr recuperar el sonido original, según el fundador del museo.

"A los instrumentos musicales de estas características es bueno acercarte con nada, vacío, y a partir del sonido que da el instrumento construir un momento sonoro, breve, pero profundo", explicó La Rosa.

El instrumentista, que realiza talleres con niños en su región natal para proteger y transmitir tradiciones ancestrales, también visita habitualmente los Estados Unidos, donde es requerido por institutos y universidades para enseñar su trabajo con estos instrumentos.

Tesoros arqueológicos que, según La Rosa, tienen una constante: su diversidad.

"Cada uno tiene su propia historia acústica, eso es algo que he constatado en los años que he vivido dentro de estos sonidos", señaló el músico. Cada uno tiene su forma, no son estandarizados, son construidos con mucha carga emocional y a la vez ceremonial", señaló.

Piezas como las antaras de cerámica de la cultura Nasca -instrumento de viento de una sola pieza compuesto por 8 tubos-, que se desarrolló en la costa peruana, solo se utilizaban una vez, pues, después de hacer música, se dejaban caer al piso y se fraccionaban en mil pedazos para, según narró La Rosa, "quedarse ahí, donde pertenecían a la tierra".

Para este guardián de la música peruana, su trabajo con estos instrumentos de viento tiene un importante matiz espiritual, que le ha llevado también a investigar el poder curativo de los sonidos ancestrales, siempre con relación a las plantas chamánicas tradicionales.

"Aquí hay piezas chamánicas que te cuentan la historia de lo que fue el mundo mágico religioso del antiguo Perú, e instrumentos musicales que guardan la sonoridad de todo un pueblo desde hace miles de años atrás", afirmó.

En 1995, Tito la Rosa, interpretó una obra del nasqueño Miguel Oblitas con Quena solista y el acompañamiento de la Orquesta de Cámara Latinoamericana de Miami bajo la dirección del colombiano Daniel Moncada. Aplaudido por la colonia peruana y norteamericanos en el concierto Independencia del Perú presentado en el Lincoln Theater Center de Miami Beach.

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