lunes, 21 de julio de 2008

Los Nascas, Indiana Jones o.. las oscuras tierras de Antropología en Celofán

Carlos Francisco Elías /Clave Digital Santo Domingo-Rep.Dominicana.

Digamos que el sueño no ha sido posible en el siglo XXI, cuya filosofía fatalista y mastodóntica, pocos pueden evitar u ocultar: en la medida que el fatalismo se recrudece (nuevas formas de terror, democracias restringidas que se disfrazan de tolerantes, dogmas de fe, musulmanes armados, lenguajes y dispositivos de bombas etc.); la industria del entretenimiento mundial trata de inventar las mejores evasiones, porque se tiene estudiado, de buena fuente, que el consumidor maneja de modo frenético (hipster) códigos para combatir el miedo y prolongar las ilusiones.
El terror como un condicionante de la vida cotidiana, se ha convertido en un test de masas, para ver reacciones y controlar multitudes: nuestras sociedades hoy son más vigiladas que nunca, los aeropuertos internacionales, son no mans land de redes de inteligencias que cumplen su tarea: ejercer de paranoicos y hacernos a todos y todas, un poco más de lo que ellos mismos lo son...
Por esas razones y más, hoy la industria del entretenimiento tiene roles centralizados, dirigidos a millones de mortales condicionados para la evasión, preparados para creer en héroes salvadores, nacidos en el cine, la televisión o las historietas (cartoon, comic) que dominicanos y dominicanas llaman muñequitos.
Todo eso sucede cuando el desconsuelo de la realidad agota toda ilusión posible y el planeta, bajo signo de enfermedad ecológica irreversible, trabaja, sin mala fe previa, para el luto como signo de cansancio y futilidad.
Es en este contexto que hace semanas, para ponerme al día con el cine malo, he visto la ultima entrega de la serie Indiana Jones, quien como superhéroe, en este momento, debería estar en Wall Street, usando el látigo e investigando el lenguaje de los comodity, dónde viven los que compran y venden un petróleo que nunca les manchará sus manos.
Indy, para sus íntimos de tragos, subido en una mesa reclamando razones sobre este aluvión de tormentos que sacude al mundo, se vería muy bonito, ahora que un lamentable y recio reflujo público perturba muchedumbres antiglobalizadoras y ecologistas, cuyo folclor urbano, de neta influencia de final de la década del 60, se recuerda...
En esa necesidad del retorno de los super-hèroes que el imaginario popular de las sociedades post-industriales, hace posible y rentable, el nuevo Indiana Jones, que para quienes gustan del cine de evasión sin la menor lectura ulterior posible, es un plato fuerte a seguir, demuestra una vez más que lo mejor de la evasión, justamente, es que es ciega y viaja en letargo laberíntico.
Obviamente, no se debe pasar por alto que la saga es un homenaje de G. Lucas a los seriales de Hollywood de los años 30, y que Indiana antes de Jones fue Smith, en los borradores originales... La serie fue clave de la década del 80, a saber: Los Cazadores del Arca Perdida (1981);
Indiana Jones y el Templo de la Perdición (1984) e Indiana Jones y la Ultima Cruzada (1989).
Si bien entre las cintas arriba citadas, las pausas no tienen una cronología con ritmo exacto, ahora en el 2008 aparece, a casi diez años del último titulo: Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal (2008)
Mueve mi curiosidad, siempre, las licencias que estos esperpentos, se suelen dar en el manejo de datos geográficos o históricos originales, que no siempre la ficción, en su ejercicio desbordado, puede transformar sin tomarse el riesgo de quedar desmentidas por estudiosos respetados, conocedores del temas antropológico, ciencia agotadora a toda prueba, que tiene como pilares de su legitimidad, la veracidad y la comprobación.
En situaciones como estas, el cine se convierte en un vehiculo de brutilandia a granel.
Para quienes hacen otras lecturas de este cine, el modelo colonial, apenas superado, tiene en esta saga todos los elementos de esa ideología, que en la Inglaterra del siglo XVIII y XIX, creó una literatura de exploración en ultramar, que reveló la mirada equivocada de los europeos hacia tierras "exóticas", forjando las bases de un concepto de antropología etnocéntrica, que todavía hoy en el siglo XXI, origina debates encendidos: patentando una ignorancia en la aproximación hacia otras culturas, cuyos frutos de intolerancia hoy perviven...
Quienes hayan visto la película de Steven Spielberg y tengan una información mínima sobre la cultura peruana, sin grandes esfuerzos de conocimiento, se darán cuenta de la barbaridad de las distorsiones en las informaciones sobre el fenómeno de Nasca, por ejemplo; ahí no se puede hablar de licencia de ficción, porque hay un principio elemental en la construcción de una historia que demuestra, que el dato establecido como válido por la ciencia, dentro de la ficción como tal se maneja, o de lo contrario: se convierte el cine en un instrumento tergiversador o deformador de informaciones verosímiles, verificables, por lo menos en este caso.

Indiana Jones (Harrison Ford) debe viajar a una ciudad que se llama Nasca, que en la realidad es una ciudad de costa, cuyo calor es abrasador. Ello explica por qué el diseño del vestuario es de ponchos y ropa largas, en otras palabras: se ha confundido el espacio andino con espacio de costa
Para que lo garrafal llegue a su paroxismo ideal, hay una secuencia en que Indiana Jones (dear Indy para sus amigos de la revolución mexicana made in Hollywood) recuerda que la referencia lingüística de los nativos le trae un parecido al "quechua", con lo cual arma un liazo aborigen que da gusto: ¿Quechua en México o en Perú y Ecuador ?...
La respuesta es obvia : dear Spielberg : Perú y Ecuador..
¡Oh Indiana, Oh Indiana. Cataclismo de palabras que confunde lenguas y entornos geográficos, entonces Akator, la ciudad buscada sería El Dorado, y Francisco Orellana, el conquistador español, quien murió en la amazonía, para Indiana habría muerto en una selva imaginaria que la película recrea!
Pero no conformes, todo parece indicar que los "asesores" históricos de Indiana Jones, el Reino de la Calavera de Cristal (2008), en el momento de preferir tesis antropológicas para sustentar su película, si es que tiene sustento alguno o asesores históricos algunos, prefirieron las tesis de Eric Von Daniken, caracterizadas por su sensacionalismo y de dudosa credibilidad científica, antes que las ideas contenidas en un respetable libro publicado en 1993, titulado: Contribuciones a la Geometría y Astronomía en el Perú antiguo, de la matemática María R. Neumann (Alemana), cuya contribución para el estudio de las líneas de Nasca, ha sido esencial: las líneas eran observatorios astronómicos, fruto de la inteligencia humana, no extraterrestre, que por cierto en 1927 fueron descubiertas por el peruano Toribio Mejía Xesspe...
(Vale recordar que no es tarea difícil detectar en los libros y documentales de Daniken una clara tendencia al desprecio de las culturas aborígenes de América Latina, dando por supuesto que las grandes maravillas e inventos conocidos en sus memorias culturales arquitectónicas, fruto de su imaginación, no es tal, que solo "inteligencia extraterrestre", podría haber dejado semejante legado..)
Se ha comprobado que muchas sagas o historias en serie, muy en boga por el cine industrial de gran presupuesto (El señor de los Anillos, La guerra de las Galaxias) suelen alimentar sus guiones de viejas historias medievales adaptadas a sus tremendismos o encubiertas con personajes deformados, en los que el culto al miedo per se, es un acto de fe, perfil identificable de estos productos fílmicos al instante.
En otras palabras, más que escándalos nacionalistas, estos hechos muestran a carta cabal que el cine producido en el Hollywood ortodoxo, disfrazado de independientes, con máscaras de aventuras, hay poca rigurosidad y que el problema no es el dinero, forma parte de una mentalidad y visión ante la cultura de los otros, ello explica también, finalmente, la monótona ranchera mexicana que esconde la banda sonora de Indiana Jones, el Reino de la Calavera de Cristal (2008), la que en sus notas musicales, mejor hubiera querido ser carnavalito de puna desértica.

Moraleja: hay muchas cosas que no se pueden comprar, para todo lo demás : existen los Indiana Jones, Spielberg, Lucas y master... (Cfe)

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