viernes, 16 de enero de 2015

Cultura : Juicio a los visitadores (por Conde Chaucato)

NASCA: JUICIO A LOS VISITADORES

I PARTE

(Dedicado a nuestro amigo y paisano, Sr. Jorge A. Herrera Valdivia)

Amable lector:

Con motivo de nuestros anteriores artículos sobre la existencia de Cofradías en Nasca, nos quedó pendiente la lectura y comentarios sobre el inédito archivo “"Averiguación que se hizo de la conducta observada por los Visitadores durante el tiempo que les tocó ver las causas de idolatrías. Nazca, 1623.

" Aquí se los ofrecemos en varias partes en forma semanal, pues su extensión así lo exige. No sin antes, agradecer y resaltar la fina cortesía de nuestro paisano. Sr. Antonio Herrera quien nos ha alcanzado el citado archivo facilitando nuestra labor.

Visitador Juan López de Quintanilla, amigo de los pobres, buena justicia, humilde juez (Guamán Poma)

Previamente debemos saber que los Tribunales Eclesiásticos eran de menor influencia geográfica que el Tribunal de la Santa Inquisición pero de mayor y más variada materia: sobre diezmos, testamentos, capellanías, obras pías, problemas de disciplina en la iglesia, justicia civil y criminal en todo aquello en que estuviera involucrada la clerecía, problemas matrimoniales y de moral sexual; además crímenes contra la fe cometidos por INDIOS que no se limitaban solamente a la idolatría.

El cronista, padre José de Acosta, señaló que habían dos clases de idolatría en el Perú: Una, “acerca de cosas naturales en forma general, como el sol, la luna, el fuego, la tierra, los ríos, etc.; y otra de forma particular, como determinado árbol, monte, etc. Este género de idolatría se usa en el Pirú en exceso y se le llama “GUACA”. Otra clase es la que pertenece a la invención ó ficción humana, también de dos formas: estatuas de palo, de piedra ó de oro, y otra de lo que fue, como los muertos ó cosas suyas que por vanidad y lisonja adoran los hombres…”

“Entre los siglos XVI y XVII, se iniciaron procesos al interior de las llamadas “Visitas de Idolatrías” y su principal objetivo era erradicar de raíz las prácticas cúlticas de los naturales”. Procesos sustentados en Ordenanzas y Reales Cédulas como la del 26 de Junio 1523 de Carlos V quien ordenaba: “…que en todas aquellas provincias, hagan derribar y derriben, quitar y quiten, todos los ídolos, aras y adoratorios de la gentilidad…” Asimismo, en el Primer y Segundo Concilio Limense (1551, 1567/1568): “…la idolatría es contraria a la “ley natural” y hecha para “honra y culto del demonio”. El Virrey Toledo “consideró a las prácticas religiosas nativas como un refugio cultural y foco de resistencia contra la corona. Es así que los “Procesos de Idolatría” han sido calificados acertadamente como “el rostro escrito” de las campañas de extirpación, las que fueron en realidad instrumentos de represión contra nuestros pueblos. Por todo lo expuesto y mucho más, se invitó a los sacerdotes, doctrineros ó párrocos a visitar todos los lugares de su feligresía para detectar cultos y ritos pre hispánico que incluían el acto de curar y adivinar, propias de los “chamanes”.

Los procesos estuvieron orientados en contra de las personas más visibles, especialmente los ministros de idolatrías (vistos como hechiceros) que ejercían prácticas de culto a las Guacas, (imágenes, piedras o sitios adoratorios, etc.) Y entre las diversas sentencias se contaba al corte de cabello (x) y además se obligaba al idólatra a llevar consigo elementos de oprobio (insignias) que denoten públicamente su condición de tal, Entre ellas, la COROZA ó cucurucho que se llevaba sobre la cabeza y una soga en el cuello y hasta una cruz de palo. También se aplicaron destierros y carcelería.

Entre los cargos más concurrentes se consideraban: ofrendar a las acequias, por sacerdote e idólatra de la toma de una acequia; por adiestrar muchachos inocentes en guiar el agua de la acequia Y repartirles chicha y sanco; por ofrendar en las chacras; por consultar a una curandera; por celebrar el baile de “MALLCO”; por curandero; por ofrendar su siembra de maíz; por hechicero que recomienda ayuno “gentilicio”, etc.

¿Y qué eran en realidad –amable lector- ésos “hórridos actos de idolatría”? Eran ancestrales actos de medicina tradicional (curanderos), ritos agrícolas para obtener beneficio en sus cosechas, ritos destinados a cuidar la supervivencia de la comunidad a través de la devoción para cuidar las tomas y las acequias y chacras, etc.

Era todo un equipo el que realizaba el Proceso, liderado por el Visitador (su nombre era: “Juez Visitador General Eclesiástico de las Idolatrías”), el Fiscal de Visitas quien era el coordinador, el Notario que ejercía funciones de Escribano. El arribo inminente de un Visitador se anunciaba mediante la publicación de un EDICTO fijado en las puertas del templo, lo cual despertaba desazón y temores en la comunidad.

Sabido es que muchos Visitadores dieron tormento amarrando y azotando a los indios para que descubrieran las Guacas. Y esto los impulsó, aterrorizados, a confesar que eran idólatras cuando algunos no lo eran, “Y decían que tenían ídolos y buscaban piedras diciendo que adoraban en ellas”. A todo esto contrapusieron los jesuitas otras formas de interrogar a los testigos sin utilizar el castigo, procurando ganarse su confianza con el ofrecimiento de premios, dándoles regalos, invitándolo a comer.

Haciendo uso y abuso del poder que se les dotó, hubo Visitadores que ofendieron, robaron y hasta mataron, generando pánico y terror en los pueblos con el solo anuncio de su llegada. De esto tomó conocimiento la Corona y los altos mandos eclesiásticos, disponiendo investigaciones y procesos a los mismísimos Visitadores: entonces, se enviaron como se diría: “Visitadores de los Visitadores”. De éstos procesos y causas nos han llegado hasta estos tiempos dos: uno en Huaura (1622) “Causas en contra de los Visitadores Eclesiásticos, para conocer su comportamiento y si cumplieron debidamente el cometido de su misión”; y otro en Nazca (1623), como citamos arriba: "Averiguación que se hizo de la conducta observada por los Visitadores durante el tiempo que les tocó ver las causas de idolatrías. Nazca, 1623."

El formato del interrogatorio a los naturales citados como testigos, enumeraba 27 preguntas que debían y tenían que contestar. En Huaura declararon diez testigos y en Nasca solamente cuatro.

Continuará…

Sixto I. Fernández Alvarado

CONDE CHAUCATO

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