viernes, 20 de diciembre de 2013

Cultura : Ricardo Palma y el terremoto de Ica de 1664 ( 2da parte )

RICARDO PALMA Y EL TERREMOTO DE ICA DE 1664
SEGUNDA PARTE
(Dedicado al muy querido pueblo de Ica)

En una de sus Tradiciones titulada “Cortar por lo sano”, don Ricardo Palma alude a Ica en relación con el terremoto de 1664, del que nos hemos ocupado en la primera parte. Cuenta, que siendo don Francisco Cavero de Avendaño, Corregidor de la Villa de San Jerónimo de Ica, fue visitado el 11 de Mayo de 1664 por un lugareño llamado Corvalán “El Malagueño”, solicitándole su merced para oírlo y darle consejo, en su condición de autoridad y de haber sido Padrino de su matrimonio con una tal Leocadia. Aceptado esto, Corvalán le confió que su mujer “se había vuelto loca de atar por la beatería” y que no se ocupaba de él por “andar de iglesia en iglesia y de jubileo en jubileo y en tapujo” con un curita confesor.

-Sábete “Corvalancillo”, (sentenció don Francisco) por si lo ignoras, que la mujer debe obediencia al marido y el matrimonio es nudo que solo Dios que lo amarró desatar puede. ¡Métete en tus calzones y corta por lo sano!”-

Creyó éste haber entendido bien el consejo y encontrándose con el “padrecito” Gonzalo que salía de visitar a su mujer, como “picado de víbora” desenvainó un cuchillo y le clavó ¡diecisiete puñaladas!

De allí comenta Palma: “Diríase que el cielo quiso castigar en el pueblo iqueño el sacrílego crimen de uno de sus habitantes: apenas habían transcurrido 12 horas, cuando en la madrugada del 12 de Mayo, un espantoso terremoto no dejaba casa en pie, reduciendo a escombros la ciudad cuya población no excedía de mil quinientas personas…”

Curioso es que Palma, igual que Tello y Elías, también transcribió el testimonio del cura de la Matriz de Ica y los motivos que atribuía a ése DIVINO y “CRUEL CASTIGO”: odios mortales y rivalidad entre los vecinos; desacato con que miraban el sacerdocio; y los incestos y adulterios en que vivían encenagados”. Corvalán fue juzgado y muerto en la horca.

Siglos han pasado, y pese a que vemos a las Crónicas y Tradiciones como Andas de la Historia, la increíble fe y devoción del pueblo iqueño desmiente a las descabelladas acusaciones clericales y el estigma que se le ha pretendido grabar a su histórica moral, en el más olímpico estilo de inculcar temor y así someter religiosamente por ignorancia.

Desmentidas también –por lo menos literariamente- por otra graciosa y bella tradición del propio Palma, en la que nos cuenta que de tanto deambular, Jesús y sus apóstoles habrían alcanzado arenales iqueños recogiendo dátiles, para luego adentrarse en el pueblo y darse una juerga ¡durante 08 días! ¡Con vinos y aguardientes! Y que Jesús no solo la habría exaltado: “¡Qué tierra tan rica!” sino que le habría dado su bendición. Y que no queriendo ser menos, el envidioso diablo y sus compinches también recalaron en Ica infiltrándose en una fiesta de bodas en la que Satán perdió el poncho. Y agrega Palma que desde entonces y de cuando en cuando, éste vuelve a Ica para recuperarlo, pero no en medio de grandes calamidades y catástrofes sino de francachelas.

¿Dónde está pues la cacareada maledicencia de un pueblo más bien bendito que perverso en el que se habrían divertido por igual, dioses y diablos?

Por el contrario, si hoy viviera Palma, recogería en Ica, renovadas historias sobre adulterios y perversiones alrededor de hombres con sotanas, extrañamente favorecidos para que no sucedan terremotos ni otras calamidades ante sus tamañas afrentas a la moral y al propio dios con el que contrajeron matrimonio. Frente a todo ello, hace rato que el pobre Corvalán “el Malagueño”, debía verse, en vez de “Sacrílego criminal” en las amarillentas tradiciones palmistas, como brazo de la justicia divina, castigador de hipócritas, autores de hechos execrables que han obligado a su Máximo Pontífice a reconocerlos y pedirle disculpas al mundo. Sus nombres los conoce el pueblo iqueño. Y sus faltas… ¡Son más terribles que CIEN TERREMOTOS!

condechaucato@yahoo.es

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