miércoles, 2 de octubre de 2013

Cultura : Aquel Viejo Acarí por "Conde Chaucato"

AQUEL VIEJO ACARÍ
Por: Sixto I. Fernández Alvarado

El último sismo ocurrido en el sur del país, ha golpeado nuevamente a pueblos de la región Ayacucho, Ica y Arequipa, sobre todo a los distritos de Acarí, Lomas, Caravelí, Chala, Yauca, Atico, etc. Pueblos que queremos varios de ellos sin conocerlos aún, especialmente Acarí, cuyo nombre y remembranzas oídas de boca de nuestra abuela doña Isidora Lancho, ejerce hechizante influjo en el imaginario del Conde Chaucato. Todo aquello nos ha motivado a ofrecer anteladamente, la síntesis uno de los capítulos de nuestro futuro libro. Capítulo dedicado a Acarí, cuna de una de las raíces de nuestra familia y que hemos personalizado en uno de sus hijos más ilustres: Don Roger Casalino Castro, renombrado y prolífico escritor y poeta nacido en 1933.


Acarí, según da cuenta el cronista indio don Felipe Huamán Poma, era en la Pre Historia, anexo del “Reino del Arco Iris” como ha sido llamado el Reino Nasca. Y siglos más tarde, y luego de la Conquista y la Colonia, se convirtió en pueblo de finas costumbres, de elegantes y altivos caballeros y de bellísimas damas. Pueblo hermanado con el de Nasca, tanto por todo lo dicho como también por su historia y geografía: ambos tienen como Apus tutelares a dos colosos y gemelos cerros de arena: Nasca, el “Cerro Blanco” y Acarí, el “Toro”.

Precisamente, nuestra modesta biblioteca posee como uno de sus tesoros, el libro “Terremoto en aquel viejo Acarí”, escrito por don Roger con telúrica devoción. En ella señala que siempre fue una región olvidada por las autoridades: “El Perú siempre terminó en Nasca, y Arequipa en Ocoña…”.

Y nos narra detallada y estremecedoramente como fue destruido Acarí por el terremoto del 24 de Agosto de 1942 que también deshizo a Nasca y cuyo epicentro “fue el eje Acarí-Lomas”, tal vez el mismo que ha ocasionado el reciente sismo. Y hace cita a un terremoto anterior que aniquiló la primera imagen del apóstol Santiago. ¿1915? Imagen que también tenía el templo de Nasca (ambos pueblos estaban consagrados al santo de la espada y montado a caballo). Las dos imágenes fueron destrozadas. Graciosamente, don Roger nos dice que, habiendo salvado la vida su abuelita, “de repente el santo prefirió que le cayera la pared a él y no a mi abuelita…”

Contrastando aquello, en Nasca y según parece, ése santo ya no tenía competencia para hacer milagros por que los piadosos curas habían ingeniado su “milagroso” relevo por la Virgen de Guadalupe en 1810. Imagen novedosa en ésos días si comparamos su antigüedad con la “Virgencita del Buen Paso” entronizada en el distrito de Caravelí y que fuera importada de las Islas Canarias en 1630.

Don Roger, también nos cuenta que “la gran ola…” (hoy la llamamos tsunami), arrasando y arrastrando todo a su paso, “…se introdujo violentamente en la cueva de Santa Teresa -que desde muchísimo tiempo era la capilla de Lomas-y se llevó todo lo que había en ella, incluyendo crucifijos y santos…”

Nasca y Acarí perdieron mucho de su historia con ése terrible sismo de 1942 y no dejaremos de enfatizarlo: la legendaria “Cruz de la Libertad” que ostentaba el frontis del templo nasqueño, pese a no haber sido dañada por el terremoto, fue desaparecida sin que jamás, ninguna autoridad religiosa, política ó civil, asumiera su responsabilidad.
Pero, sigamos con Acarí: don Roger ha señalado bien que la Placa Nasca, “está arrimada al continente entre San Juan y Chala y que tiene una punta metida por debajo del valle de Acarí…”

Esa cuña es la que siempre, eternamente habrá de sacudir nuestros pueblos, sobresaltando y alarmando a nuestras gentes de futuras generaciones quienes tendrán historias nuevas que contar, como lo hicieran con las de su tiempo, don Roger y también nuestro amado padre don Sixto Fernández y su hermano don Manassés Fernández Lancho y como lo viene haciendo nuestro renombrado tío, don Josué Lancho Rojas.

A veces, y pensando en la mezquina atención de los gobiernos para impulsar decisivamente el despegue económico de nuestros pueblos, nos oímos repetir con don Roger: “¡Déjennos solos con nuestros sismos; con nuestras sequías, para regar con lágrimas los campos secos! ¡Déjennos solos con nuestros orgullosos cerros de arena que nos enfrían el invierno y nos calientan el verano! ¡Déjennos solos con la naturaleza, que con una mano nos da a raudales y con la otra nos lo quita en un momento!”
Nuestro reverente homenaje y admiración para don Roger Casalino Castro.

UN FUERTE ABRAZO, HERMANO PUEBLO DE ACARÍ.

condechaucato@yahoo.es