viernes, 11 de mayo de 2012
Cultura : Club Francisco Oropeza
EL CLUB DEPORTIVO “FRANCISCO OROPEZA”
Por Conde Chaucato
¿Existía Liga de Fútbol en Nasca cuando el Alcalde don Agustín Bocanegra inició la construcción del Estadio Municipal el 28 Julio de 1941? Obra que quedara inconclusa y luego terminada por el Diputado Hugo Fernández Lancho. ¿Cuántos y cuales equipos competían? A nosotros solo nos viene a la mente el nombre más sonado, nebuloso y legendario del Club “18 Amigos”. Alrededor de 1960 cuando éramos niños, éste ya no existía y a través de las polvorientas lunas de una ventana observábamos extasiados los trofeos de ésa Institución, incluyendo la famosa COPA DE COMERCIO. Desde estas líneas, invocamos a todos los nasqueños, sobre todo a los mayores que nosotros, que nos ofrezcan un dato, un indicio de su destino final. Esa copa era y es patrimonio deportivo de Nasca, algo así como el “Santo Grial” en el que bebieron jubilosos nuestros bravos futbolistas quienes campeonaron en un torneo frente a los hermanos pueblos de Ingenio y Palpa. El presidente del “18 Amigos” en ésa etapa de mayor brillo fue nuestro padre don Sixto Fernández Lancho.
Años más tarde, surgió la feliz iniciativa de crear al “Club Social Deportivo Francisco Oropeza” en el seno de la muy respetada y apreciada familia Oropeza, bautizándolo con el nombre de su ilustre antecesor. Club que por su destacada trayectoria y su proyección social en la comunidad, debe ser declarado Patrimonio Deportivo y Cultural de Nasca.
Desde aquí expresamos nuestro saludo a dirigentes, socios, jugadores e hinchas del querido y glorioso Club que supo ganarse un lugar por mérito propio frente a otros aguerridos clubes como fueron el “Jorge Chávez”, los “Tigres”, los “Leones” y los hasta hoy vigentes y respetables “Defensor Zarumilla”, “Independiente Aja” y “Simón Rodríguez”, en épocas en que en Nasca se jugaba un fútbol de calidad.
¡VAMOS AL TONO DEL “OROPEZA”!
Para nosotros, adolescentes de los años sesenta, y también para muchos que nos antecedieron, las mejores fiestas se realizaban en el club “Francisco Oropeza”, convertido en el más genuino CENTRO SOCIAL DEL PUEBLO. Su antiguo local contaba con amplísimas salas bien equipadas y con vitrinas repletas de trofeos, galería de fotografías de sus cracks y eventos notables. También tenía excelentes mesas de billas y billar y una rockola con una excelente y variada música para todos los gustos. En el gran patio interior (también ambientado para bailar) despachaba un surtido bar cerca al infaltable y tradicional juego de “Sapo” y hasta se podía apreciar un pequeño ¡zoológico!
Allí se organizaban Bingos, fiestas de bautizo y de matrimonio, etc. Pero las fiestas más ruidosas eran las organizadas por las promociones estudiantiles de los colegios de secundaria de damas y de varones, muchas de ellas, Pro-fondos. Claro que, en el último cuarto de hora no faltaban conatos de bronca, algunas de las cuales ¡terminaban en la Plaza de Armas! Sobre éste tema de las trompeaderas –costumbre muy nuestra- hay mucho por escribir de anecdóticos sucesos, tanto en el “Oropeza” como en el “Rincón de los Amigos”, etc. Ahh, y también en un viejo bastión que quedaba junto al Aeropuerto... Por todo ello, se afirmaba risueñamente que Nasca evocaba al ¡Lejano Oeste!
En una oportunidad hubo un baile en el “Francisco Oropeza” y el suscrito junto con nuestro carnal de toda la vida, señor Luis Espejo Castillo, éramos espejo de la desolación estando como estábamos, con los bolsillos vacíos. Sabedores que adentro nos esperaban dos chicas a las que habíamos citado y jurado asistir. Impotencia y ansiedad que crecía minuto a minuto convirtiéndose en tortura mientras la buena música era propalada por los potentes parlantes de madera del señor Uvidia. (Más tarde lo hacía el señor Ochante). Las parejas fluían masivamente hacia el interior.
Entonces fue cuando la necesidad -madre de grandes soluciones-nos empujó a recostar un viejo y pesado cilindro al largo muro del club que daba a un viejo callejón, el mismo que rozaba el antiquísimo cementerio “San Clemente” y el “Cementerio Laico”.
Trepamos y nos lanzamos a un rincón sin vigilancia, acicalándonos en el baño. Luego encendimos un par de cigarrillos y campantes nos fuimos a reunirnos con las chicas. Por supuesto que las gaseosas...las invitaron ellas...
Hubo una segunda oportunidad en que tuvimos que apelar a igual recurso. Pero ésta vez nos siguió un moreno que perseguía lo mismo. Con la diferencia que antes de lanzarse, se cogió de uno de los travesaños que sostenían las esteras del patio interior, atestado de parejas bailando. Para mala fortuna del morocho, el palo en cuestión estaba apolillado y se rompió cayendo la polvorienta techumbre ¡sobre los bailantes! ¡Tremendo alboroto!
El moreno recibió lo suyo mientras que nosotros nos pusimos a buen recaudo.
Al día siguiente y muy temprano, badilejo en mano y argamasa en carretilla, unos albañiles adicionaban más adobes al muro. Así se terminaron para los dos compadres los bailes gratis en el siempre querido y recordado club “Francisco Oropeza” al que rendimos emocionado homenaje en éstas modestas líneas.
condechaucato@yahoo.es