jueves, 17 de mayo de 2012

Cultura : Polémica sobre Dios Kon


NO TAN BASTARDOS

Para Ud. Amable lector que tal vez no ha tenido la oportunidad de conocer la previa secuencia: El profesor don Josué Lancho Rojas (notable historiador nasqueño), escribió el artículo “¿Quién fue el dios Con?”cuyos conceptos nos atrevimos a contrastar con nuestro artículo: “Kon: ¿Dios bastardo de los nasquenses?”
Luego de concedernos el honor de leer nuestras modestas disquisiciones, ha publicado un nuevo y excelente artículo titulado: “Los hijos bastardos de Con” que a continuación comentamos.

Las afectuosas e inmerecidas expresiones con que nos ha distinguido don Josué Lancho Rojas han tenido el efecto de lo que en términos taurinos le llaman “Alternativa” obligándonos a salir nuevamente a la arena periodística en esta suerte de “encierro” cultural que nos honra, no sin antes hincar rodilla en tierra con el rostro en dirección a Kahuachi, invocando Kon ilumine nuestras ideas.

¡Ahhh, alternar con nuestro renombrado y erudito estudioso! ¡Como Manlio y Aristipo!
(Vallejo y Valdelomar) De veras que agradecemos infinitamente la sola mención, pero nuestra condición de legos en el tema, nos hace concientes de la abismal distancia que existe entre ambos. Yvamos a decirlo de otra forma evocando al cronista y viajero indio, Calixto Bustamante Carlos Inca (“CONCOLORVO”):

En 1776 quiso hacer una descripción de la Ciudad de los Reyes y el Visitador (alto dignatario de la época) le dijo que era una empresa que no habían podido hacer hombres gigantes y que sería cosa risible ¡que un pigmeo la emprendiese! Y además agregó:

“...Otros, como el Cosmógrafo Mayor del Reino...escribieron con plumas de CISNE todo lo más particular que hay en ésta capital, a que no puede Ud. añadir nada sustancial con la suya ¡que es de GANSO!”

Así pues y sin más comentarios apuntamos a que algún día alcanzaremos la pluma de cisne con la que hoy escribe nuestro ilustre interlocutor, también cultivado poeta. Ante tal caballero... ¡Caballero y medio!
-o-

Y entrando al tema, don Josué Lancho ha planteado una vital interrogante“¿En qué basamento histórico nos podemos amparar para seguir creyendo en una deidad suprema Nasca, a la cual le seguimos llamando Kon?”

Y lógicamente la respuesta es: EN NINGUNO. En la misma forma que tampoco existe para Brahma, Visnú, Shiva, Horus, Isis, Osiris, Zeus, Apolo, Jehová, Alá, Buda, Krishna, Baal, y muchas otras deidades cuyos respectivos orígenes es explicado solo por mitos, es decir relatos fabulosos.

Según el señor Lancho, el análisis objetivo y los rigurosos métodos de investigación histórica descartan la hipótesis que defendemos de la estrecha relación entre el Mito de Kon y la divinidad principal nasquense. Y nosotros preguntamos: ¿Cómo se explica la relación entre la Biblia (Antiguo Testamento) y Jesucristo? Lógicamente descartando las profecías y otras subjetividades: Ese mismo rigor científico no ha podido probar que el Rabí existió históricamente.

La no aceptación del Mito de Kon es precisamente lo que genera “la pregunta del millón” planteada por nuestro querido y admirado historiador: ¿A cual de las figuras conocidas de la iconografía nasquense corresponde con certeza el dios Kon?

Nosotros, que en anterior artículo emplazamos a los científicos a dar ésa respuesta, proponemos algo más práctico: cerremos filas los nasqueños eligiendo a la hermosa figura copiada de algún ceramio en el obelisco de la “Plaza de la Concordia” como la divinidad principal de nuestros antepasados. Y punto. Y que venga el más encopetado arqueólogo ó antropólogo a contradecirnos y que nos ofrezca sus argumentos...si puede. Más que preocuparnos por demostrarles que ella “es”, que se apliquen ellos por decirnos que “no es”.

Pero...a ésta peculiar propuesta nuestra, seguirá obligadamente la exigible pre-condición de que por lo menos se repita como un arquetipo dando la cuasi certeza de que es la imagen de la divinidad principal nasquense.

Creemos que ya es tiempo para lograr un consenso: De todas las representaciones enumeradas por el señor Lancho, indudablemente destaca aquella que representa un felino con cuerpo de escolopendra, del cual emanan apéndices de la boca y otras partes del cuerpo a manera de sierpes ó bastones, rematando en cabezas trofeo...”. Sin embargo, no debe descartarse que ésa representación pudiera ser uno de los “avatares” de Kon a manera de Visnú, la deidad hindú.

Por ello, insistimos nuevamente en lo que hemos señalado en un artículo pasado: un valioso indicio lo constituyen las NARIGUERAS. Objetos que fueron reproducidos en láminas de oro. Narigueras que simulan ¡los mostachos del felino!
Obsérvense cuántas figuras representadas por los nasquenses poseen ése detalle y veremos que son varias aparentemente distintas y sin embargo ellas nos pueden estar señalando a la deidad principal, presentada con diversos “ropajes”.
Y también debemos enfatizar algo que hasta ahora no hemos leído en ningún tratado sobre el culto nasquense: Se ha dicho de la religión de los Incas, que ellos aceptaron deidades regionales como suyas; tuvieron en Viracocha o Huiracocha (llamado por Valcárcel “Apu Kontici Wiracocha”), el dios de la élite, de la casta noble y en Inti, el dios de las masas, de la plebe. Entonces, bien podemos suponer que habiendo sido el reino nasquense una fuerte teocracia a decir de lo que significó Kahuachi, los nasquenses también pudieron tener dioses para la nobleza y dioses para el pueblo.

Tampoco olvidemos que no todas las representaciones iconográficas nasquenses pertenecen a deidades “mayores” y “menores”. Con certeza, algunas son DEMONIOS. Todas las religiones los tienen incluyendo el Cristianismo cuyo principal demonio ó “ángel caído” como se le pretende minimizar, es Lucifer.

En materia de religión, la Arqueología no tiene autoridad suficiente para definir quién es quien porque ése tema está circunscrito al ámbito subjetivo, de la percepción espiritual y no al cognoscitivo que para ésa ciencia, descansa en EVIDENCIAS ó testimonios físicos.

Tenemos más razones para afirmar que no es necesariamente imprescindible asignarle tal o cual icono como única y exclusiva representación de nuestro dios ancestral Kon:

¿Acaso ése hermoso viejo de raza blanca pintado por Miguel Ángel en el abovedado techo de la Capilla Sixtina, es fiel imagen de Jehová y se repite exactamente igual en todos los templos donde se le rinde culto?

En la misma forma, obsérvense los miles y miles de rostros de Cristo y también de la Virgen María, fabricados en todo el mundo... ¿A alguien le importa que todos deban ser iguales? ¡Ni a su propia iglesia!

Acaso y en función a la exigente cuestión planteada por el señor Lancho...¿Habría que establecer una única imagen?
Continúa el señor Lancho preguntando: ¿De qué dioses nasquenses podemos hablar luego de larguísimos periodos de sometimiento que sufrió ese pueblo?

He aquí como respuesta, una previa reflexión:

El pueblo hebreo sufrió cautiverio y esclavitud a manos de babilonios, asirios, persas, egipcios, romanos, etc. Y jamás perdió el patrón elemental de su fe; Y como ése pueblo muchos más. Así se nos ocurre que, luego de periódicas invasiones y sojuzgamientos que pudieron sufrir a manos de hordas altiplánicas, Waris, Chinchas e Incas, nuestros nasquenses bien pudieron conservar las raíces de su más congénitos mitos teogónicos, adoptando sin embargo algunos elementos ajenos de ésas diferentes etapas con los cuales produjeron íconos peculiares totalmente originales. Es así que la figura de Kon podría ser una suerte de “híbrido” presentado en diversas “fases”. Y no lo decimos por decir: nuestra afirmación tiene un sólido apoyo en Kroeber y Muelle quienes señalaron haber descubierto en los nasquenses, un recurso llamado “METAMORFOSIS” para disponer y combinar imágenes produciendo el efecto de una nueva forma, apreciable a cierta distancia ó cuando se voltea la composición” ¡Allí tenemos la explicación!!

......

Desenrollar y retejer la inmensa tela de vida de nuestros ancestrales antepasados nasquenses trenzada en una intrincada urdimbre de mil ó más años, ha sido hasta hoy tarea imposible para los arqueólogos, a la mayoría de los cuales preferimos llamar BUSCADORES DE TESOROS. Ellos han arrasado nuestros sitios arqueológicos para que nuestro mas valioso patrimonio esté en manos ajenas ofreciéndonos a cambio, magras y pálidas conclusiones. ¡Qué caro hemos pagado por sus “estudios” para tan parcos resultados!

Aunque tal vez el sincero y esmerado interés de algunos se ha estrellado con algo que creemos intuir: los nasquenses cerraron sus distintos ciclos por un devenir natural de los acontecimientos y también debido a “quiebres” ocasionados por invasores. Pero eso no sería todo: ellos parecen haber ido cerrando llaves de sus misterios, ¡como los egipcios bloquearon magistralmente ductos y pasajes que conducían hacia la cámara fúnebre de los Faraones!

Desentierre el Dr. Orefici el Santuario de Cahuachi librándolo de miles de metros cúbicos de polvo y de siglos de soterrado anonimato; reúnase todo el material posible pesando testimonios e interrogando más documentos ( si éstos aparecieran ), y seguros estamos que en cuanto a la divinidad nasquense no nos dirán nada nuevo que no hayamos dicho en éste ilustrativo intercambio.

Porque convencidos estamos que la historia integral nasquense no emergerá fácilmente de sus escombros gracias a la Arqueología, Tipología ó Estilográfica, ni tampoco a la Estratigrafía, Cibernética, Fotografía satelital, etc. sino cuando hombres de nuestra propia tierra como el señor Josué Lancho, con alma de Quipucamayocs ( y también Haravicos ), aprendamos a interpretar el mensaje que nos susurran nuestros maestros Naskas en medio de un impenetrable, misterioso y a la vez elocuente silencio...

Condechaucato@yahoo.es