sábado, 22 de septiembre de 2018

La Maldición de Dios a la higuera (por Josué Lancho Rojas)

CUENTOS DE CHACRA EN HOMENAJE A LOS GRANDES NARRADORES DE LA NASCA ANTIGUA

Por Josué Lancho Rojas

“LA MALDICIÓN DE DIOS A LA HIGUERA”

Con la llegada de la señal de TV a los rincones más inhóspitos del campo, están siendo desterrados los grandes narradores anónimos, que noche a noche eran la atracción de las grandes tertulias que se daban en los TAMBOS de las antiguas haciendas de la costa. Ahí sentados en largas bancas verdes o sobre algunos costales de arroz, entre bocanadas de cigarros ” Inca” o “Nacional Presidente” y unas cuantas ruedas de una mulita de ron, estos singulares personajes relataban con especial y genuino estilo diversos “hechos “ sucedidos antiguamente, o que alguien se los habían “contado” o hablado “al oído” , en algún lugar lejano.

Eran tan reales sus relatos ,que esos lugares varias veces “inventados” o sus personajes fabulosos ya parecía tener vida .Por lo general estos narradores eran de origen negro, de una picardía inigualable , con un cúmulo asombroso de filosofía popular, ahora casi perdido; sino recordemos a don Críspulo Molina, a don Simón Panizo, a don Emilio “Campeón” Torres o al incomparable don Candelario Navarro, los que dejaron como herencia su “técnica narradora” al recordado Alejandro “Picoreta” Seminario o a mi tocayo Josué Torres Robles, más conocido como “Cabeza de león”.
Hoy, vamos a entregarle para el deleite de nuestros lectores la “Historia” sobre “La maldición de Dios a la Higuera”, que muy bien a rescatado Goyo Martínez en una de sus obras. Y dice así:

“Desde que se creó el mundo, negros y cholos se preguntaban entre ellos ¿Por qué de todas las plantas de la tierra, la higuera después de dar su último higo, se quedaba “calatita” y sin hojas, como cuando uno viene al mundo?; pues sino lo saben, es porque no han leído los libros sagrados de los curas, ahí está bien escrito que fue porque Dios la había maldecido para siempre, por negarle refugio a la sagrada familia compuesta por San José, la Virgen María y el niñito Jesús, precisamente cuando estos huían asustados de Egipto, llevando a su hijito envuelto y bien camuflado en la arapa (angarilla) del burro.

¿Y saben porque huían?... Huían del tirano Herodes, que había jurado que el mismo quería matar al niño Manuelito, con un chafalote grande que llevaba en sus manos. Uds. fijo se están preguntando ¿Y quién era el niño Manuelito?, pues sino lo saben, a Jesús cuando estaba chiquitito le decían MANUELITO… ¿Yo no sé por qué?, y recién le decían CRISTO, cuando ya le salió la barba, para ir a predicar por los desiertos. Pero volviendo al relato, la sagrada familia en su huida a Jerusalén, avistó a lo lejos que venía un grupo de soldados enviados por Herodes, y a todo galope montados en su burro se dirigieron a esconderse bajo el ramaje de una higuera, ya que era su única salvación, pero cuando recién se estaban acomodando, la higuera disforzada lejos de alegrarse se margó y les ordenó que se alejen inmediatamente de su lado, ya que no quería comprometerse porque de seguro los soldados de Herodes, le iban a tirar hacha y machete o le iban a meter candela a sus ramas.
Ante este feo desaire de la higuera, la sagrada familia ya se sentía perdida, pero un arbusto cercano que no tenía ni nombre, les dijo: ¿Vengan, vengan aquí que yo los escondo!...y así fue, los soldados pasaron de frente que ni cuenta se dieron que la sagrada familia estaba bien agachadita, y el niño Manuelito que era bien obediente, no decía ni pio.

Desde aquella fecha, Dios que es todo poderoso y padre de Cristo, en agradecimiento por salvar a su hijo bautizó a esa planta silvestre con el nombre de “Yerbasanta”, pero a la higuera que se portó muy mal y puso en peligro la vida de la sagrada familia, la maldijo para siempre y señalándola con su dedo acusador, le dijo: ”Tú, toda la vida te quedarás calata, sin ninguna hoja, después que madure tu último higo, aunque después ya calata te mueras de frio, Carajo”;...pero, ¡Disculpen señores, CARAJO, no pudo haber dicho Dios, porque esa es una lisura que recién la prendieron los hombres después!. ¡Amables lectores, gracias por su atención y nos vemos con el próximo cuento de negros, pero negros de chacra!.

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