lunes, 16 de julio de 2018

"El llanto del Yugoslavo-Nasqueño" por Miguel Oblitas Bustamante

El llanto del Yugoslavo-nasqueño":

Por Miguel Oblitas Bustamante

(Completo)

A propósito del reciente terminado Mundial de Fútbol de Rusia 2018, donde resonó apoteósicamente nuestro "Somos Libres..." Himno Nacional del Perú, cuya letra de nuestro paisano iqueño José de la Torre Ugarte Alarcón, se ennoblece aún más con las vibrante notas músicales del mulato limeño José Bernardo Alzedo Retuerto y la orquestación de Claudio Rebagliati y donde ganamos por goleada con la hinchada más brillante y numerosa. Nos interesó seguir a los vecinos sudamericanos a ver que resultaba de todo este periplo futbolero, terminando eliminados todos los latinoamericanos (además de tener menos opciones 8 al lado de Europa 13 más el local 14, Africa 5, Asia 5 incluyendo a la oceánica Australia).
Cada persona fue tomando partido por afinidad con algunos equipos, en el caso nuestro por Croacia al ver el juego y tal vez por solidarizarnos con amigos y parientes de origen croata. Y así fueron encandilándonos: Luca Modric (quien pasó sufrimientos de guerra y el dolor de perder a su abuelo en pleno conflicto de los Balcanes y sus pueblos sudeslavos, a fines del siglo pasado), Rakitic, Perisic, Vrsaljko (léase Vrsáliko) y otros más que nos recuerdan los tantos apellidos de yugoslavos que llegaron al Perú desde el siglo XVI en adelante.

Nuestro amigo Giovanni Bonfiglio, al que conocí en el Istituto Italiano di Cultura en 1998, presentado por el agregado cultural de entonces Dr. Anacleto Massari, además de escribir sobre los italianos en el Perú y sus descendientes, ha escrito también sobre los croatas. Leyendo sus investigaciones nos encontramos con una gran cantidad de apellidos que se han distribuído por toda Sudamérica y el Perú.

A nuestra tierra nasqueña, llegaron apellidos como : Brandevich (Brandevic), Dodero, Ivancovich (Ivancovic), Mainza, Marcovich (Markovic), Petrovich (Petrovic), Pisculich (Pisculic), Sivirichi (Siviric) ,Yércovich (Ierkovic), Grubisic, entre otros de orígenes yugoslavos (croatas, serbios,montenegrinos, etc).

Hacia 1946, aproximadamente, llegan tres yugoslavos a trabajar a Marcona, entre ellos Miguel Márkovich. Al poco tiempo pasa a Nasca, donde forma familia y siendo niño hemos conocido a la familia Markovich Villanueva, allá por los 60s 70s.
La anécdota sucede en 1981 en la casa donde nací en el 465 de Bolognesi (hoy Boulevard), donde fue la Joyería y Relojería Bustamante de nuestro abuelo.

Recuerdo aquella época, practicando Flauta Dulce por las tardes con un método español, Quena con el método de Alejandro Vivanco, Tuba en la Banda de San Carlos con Gerardo Landa y el órgano (melodio), en la Iglesia Matriz de Nasca, donde los curas me permitían entrar a ensayar y tocar en algunas misas.

Una de esas tardes, David Salazar, esposo de mi madre Rosario Bustamante (y de quien aprendí el cariño por la música clásica) y padre de mis hermanos David y Lalo; recibía a uno de sus tantos clientes. Este era el mecánico Miguel Márkovich, un señor mayor, tosco, serio, frío, poco conversador, quien llegó a probarse para una dentadura (luego me enteré que le habían destrozado la boca en plena Segunda Guerra Mundial y que nadie le había acertado con la dentadura, entonces Salazar trabajaba con el Dentista Juan Márquez Moreno). Pero... parte de la escena se traslada a la sala de la casa (en la trastienda), donde ensayaba una melodía balcánica con flauta dulce, entre tantas otras piezas nacionales e internacionales, es ahí que escucho voces: - Miguellll ... Miguel... ven que te llaman...

Corrí al llamado, hacia la tienda, encontrando al señor duro, tosco y serio derramando lágrimas.

Con los años fui entendiendo como se gestan los países, como se dividen, como los empresarios, los políticos y sus ambiciones nos destrozan. En el caso de Yugoslavia que era entonces la tierra del mencionado amigo de la familia Miguel Márkovich, alguna vez sus territorios pertenecieron a Austria-Hungría, otras veces a Italia (como Trieste, Istria, etc), otras a Yugoslavia, otras a Rumanía, etc. y luego de 1991 pasaron a ser seis países: Bosnia y Herzegovina, Croacia, Eslovenia, Macedonia, Montenegro y Serbia.

Volviendo a 1981, aquella tarde en la casa de mis abuelos maternos Bustamante-Cruces, al lado de David, mi Madre y con mi flauta en la mano izquierda (soy zurdo), escuchaba los relatos de la Segunda Guerra Mundial, de don Miguel Márkovich, que entre llanto y recuerdos narraba sus historias de dolor en pleno conflicto armado. La música le había hecho recordar aquellos duros momentos, ahora lo recuerdo, un hombre al que vi duro, frío, poco comunicativo, en esos momentos estaba quebrado de dolor y recuerdos por la patria amada y lejana; ¿qué momentos le habría tocado vivir?

Las lágrimas croatas de hoy y los abrazos de la Presidenta Croata Kolinda Grabar-Kitarović con el mejor futbolista del mundial Rusia 2018, Luka Modrić, me hicieron recordar a aquel yugoslavo (tal vez nacido en Montenegro o Croacia, como señalan mis informantes) Miguel Márkovich y sus historias sucedidas en la península de los Balcanes, que se extendieron por algo de media hora antes de tomarse impresión para la dentadura. Las lágrimas de el me hacen ver como un hombre fuerte es capáz de ser tan dulce y humano al recordar su tierra. Y todo por la música.


El fútbol se ha convertido en una especie de muestra patriótica y cada selección que va a la lucha es como un ejército, como una falange espartana o macedonia integrada por guerreros hoplitas del pasado o un bombardeo moderno y cada futbolista se convierte en el héroe del pueblo, donde cada gol es celebrado de manera explosiva con cantos e himnos nacionales. Otra vez la música.

Hoy recordé a Don Miguel, mi tocayo, de quien aprendí mucho con esa anécdota que me conmovió, la conversación continuó con la familia en la mesa, luego venía de nuevo el ensayo.Más música.

Partí de Nasca hacia Lima y otros destinos, a los Márkovich como a otras familias, les perdí la pista. Ahora regreso continuamente a Nasca sin saber de ellos, pero la internet es un buen camino ya me dieron un dato.

Debo terminar un trabajo musical, hasta prontito.

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