DON ALFONSO UGARTE VERNAL Y EL JURAMENTO DE LOS HÉROES
Nos disculpamos con quienes nos honran en leer nuestros modestos artículos, por postergar la II Parte de “Espantosas y Demoníacas idolatrías reemplazadas por los cristianísimos Conquistadores del Perú”. Es que no podemos pasar por alto el 07 de Junio de 1880 en que un puñado de valientes nos legó una de las mejores lecciones de lo que significa el cumplimiento del deber y el honor de un pueblo: es más importante que la propia existencia.
Nuestro amado y desaparecido padre, nos inculcó el amor a nuestra patria despertándonos una profunda veneración por nuestros héroes. Hoy, lo hacemos nosotros, criticando además la pobrísima y paporretera enseñanza de nuestra Historia que desnuda la pobrísima formación e identificación de muchísimos maestros, con honrosas excepciones. A nuestro paso por escuela y colegio, no recordamos haber tenido un solo profesor que haya dado cátedra, especialmente en el capítulo de la Guerra del Pacífico, tema sensible para todas las generaciones de peruanos y que influye e influirá siempre en las relaciones que tenemos con Chile, hasta que llegue la hora de la REIVINDICACIÓN.
Hacen unos cinco años y cuando radicábamos en Ica, charlábamos con unos visitantes que eran tacneños y/o emparentados con chilenos. Ellos nos preguntaron nuestra opinión de si Ugarte era un héroe ó un suicida.
En principio, descalifiqué el calificativo de “suicida” señalando que con mayor propiedad se podría tildar así a la acción que según dicen los suyos, realizó el capitán Arturo Prats en el Combate de Iquique, de saltar a la cubierta del “Huáscar” solo ó acompañado de unos pocos soldados, para “abordarlo” y tomarlo, a la manera de legendarios piratas. El capitán Prats no podía haber ignorado que el Huáscar tenía más de 120 soldados a bordo.
Claro que la versión de que Alfonso Ugarte se arrojó al abismo, está considerada como una hermosa leyenda que premia y adorna su valor y heroísmo: los partes de batalla no han dado fe de ello. Existe un serio y aceptable estudio que indica que él murió en el mismo Morro y que luego habría sido arrojado al abismo junto con unos 300 cuerpos más de soldados.
Pero, y a continuación, ofrecí a los visitantes un perfil del héroe: al estallar la guerra, Alfonso Ugarte convocó y armó y equipó al Batallón “Iquique” con sus propios recursos, poniéndose él mismo, a órdenes del Ejército del Sur. Es una muestra indiscutible de su decisión y voluntad de enfrentar al invasor.
Luego, cité que Alfonso redactó un minucioso Testamento que refleja su actitud frente a un conflicto bélico: la convicción de luchar y la posibilidad de morir. Aquel documento también denota su HONESTIDAD, cualidad de un hombre de bien; Subrayé también, que, pese a ser un próspero y prestigioso empresario, todo eso lo puso a sus espaldas para ceñir el uniforme del Ejército Peruano. Esto ha sido corroborado por don Fernando Lecaros (“Historia del Perú y del Mundo, siglo XIX” quien cuenta que en medio de su círculo social aconsejaron a doña Rosa Vernal, su adorada madre, que embarcara a Alfonso en un vapor con destino a Europa hasta que terminara la guerra.
Y aquella santa mujer a la que el Perú no ha honrado como se merece, contestó como una madre espartana:
"Si todas las madres peruanas razonaran con tan buen juicio, que apartaran a sus hijos de los peligros que corren en todos los combates que el enemigo les presente,
¿Quién defenderá su territorio?
¿Quién pondrá a salvo el honor nacional?
¿Quién impedirá que la soldadesca embrutecida y desenfrenada invada los hogares y mancille el honor de sus mujeres?...
Mi hijo, quedará en su puesto, mientras haya un palmo de tierra que defender, un enemigo a quien atacar, y una arma para volverla contra el mal hermano, que así nos ha arrastrado a esta guerra.
Mi hijo es peruano, antes que todo, y cumplirá con su deber.
Yo como madre, no haré otra cosa que alentar sus entusiasmos, y llorarlo si la desgracia me lo arrebata".
Alfonso Ugarte fue, pues, ¡Digno hijo de tan valerosa y heroica madre!
Y por si fuera poco, participó en la batalla de Tarapacá. Y más tarde, replegado con los restos del Ejército del Sur, quedó bajo órdenes de Bolognesi en Arica, como Comandante de la Octava División y con el grado de Coronel.
Perdida la batalla del Alto de la Alianza (Tacna-26 Mayo 1880), Arica y su Guarnición Inmortal había quedado abandonada a su suerte.
De esto nos hace un hermoso y estremecedor relato don Gerardo Vargas en su libro “La Batalla de Arica”: En el Consejo de Guerra que convocó Bolognesi (28 Mayo), Ugarte fue uno de los más inflamados oficiales que exigió RESISTIR y con la aprobación unánime (a excepción del traidor Belaúnde), junto con sus titánicos compañeros, hicieron el famoso JURAMENTO DE DEFENSA, rubricado con el
¡CRUCE DE ESPADAS!
Cuenta la historia, que días después, se ratificó ésa decisión en una cena que ofreció Alfonso Ugarte. Allí y luego de la alocución de Bolognesi, “Alfonso Ugarte se puso de pie, y desnudando su espada la tendió sobre la mesa, invitando a los presentes a desenvainar las suyas y ratificar el juramento que habían prestado en la Junta de Guerra: ¡MORIR ANTES QUE RENDIRSE! Sobre la cruz que formaron las espadas, Bolognesi, Alfonso Ugarte y sus gloriosos compañeros, repitieron el ¡JURAMENTO DE LOS HÉROES! Orgullo por los siglos de los siglos, del pueblo peruano.
Condechaucatoyahoo.es
Sixto I. Fernández A.
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