domingo, 2 de marzo de 2014

Cultura : "Nasca, Sala de Profundis" por Conde Chaucato

COMUNIDAD DORADA

NASCA: SALA DE PROFUNDIS

I PARTE
DEDICADO AL MUY QUERIDO Y RESPETADO DON JESUS ROJAS.

Hace muchísimo tiempo, un texto cuyo título y autor no recordamos, decía que la “Sala Profundis” era un ambiente denominado de ésta manera, porque era el lugar en el que la comunidad Franciscana rezaba el Salmo “DE PROFUNDIS” antes de ingresar al Refectorio para ingerir las comidas.

Y hoy coincidió con el repentino recuerdo de lo que nos contara nuestro célebre tío Dr. Manassés Fernández Lancho, en una de muchas tertulias: “Allí, en el antiguo templo de Nasca, erigido sobre el alto terraplén que conociste, había una sala anexa, -hacia al lado de donde se ubica la Municipalidad actual-, que en una de sus vigas de guarango tenía la inscripción: “DE PROFUNDIS”. En ésa sala se acostumbraba depositar a ciertos cadáveres (tal vez no reclamados), a manera de una “Morgue” e incluso se utilizaba como velatorio…”

Entonces y de inmediato, nos pusimos a investigar: En principio y según el Diccionario Larousse: “De profundis: (Clama vi) significa: “De lo profundo, te invoqué”. Ellas son las primeras palabras del Salmo de penitencia (CXXIX) que se dicen generalmente en las oraciones de los difuntos”. Esta definición tiene carácter general y no como la anterior que relaciona al citado recinto con los franciscanos.

El texto del Salmo reza así:

“Desde el abismo clamo a ti: salmo de penitencia, pero más que todo, de confianza en Dios.

Desde el abismo clamo a ti, señor, escucha mi clamor;

Que tus oídos pongan atención a mi voz suplicante;

Señor: si no te olvidas de las faltas, ¿Quién podrá subsistir? Mas el perdón se encuentra junto a ti, por eso te veneran.
Espero en el señor, mi alma espera y confía en su palabra; mi alma aguarda al señor, mucho más que la aurora al centinela;
Como aguarda a la aurora el centinela, así Israel espere en el Señor, porque el Señor tiene misericordia y hay en él abundante redención. El Señor dejará libre a Israel de todas sus maldades”

Inconformes y parcialmente confundidos por la posible connotación franciscana atribuida a la Sala Profundis”, con una muy escueta información disponible y ausente para siempre nuestro sabio tío Amauta, hemos tratado de discernir en solitario lo siguiente: Si la tal sala y su nombre “De profundis” fueron creación particular de la orden franciscana, aquello apuntaría a que, ó los Franciscanos fundaron y construyeron el templo “Santiago Apóstol” ó que, agregaron posteriormente ése recinto anexo al templo. Lo primero queda descartado por lo que cuenta la leyenda de la aparición de la Virgen de Guadalupe (1810): el Párroco de Nasca, Fray Julián Sotil -perteneciente a la orden de los “Ermitaños Agustinos”- fue el actor principal de su rescate y traslado al pueblo desde las playas en que fuera encontrada. Curioso es lo que sigue: habiendo ingresado triunfalmente la caravana y cuando se disponían a recibir la virgen en el “antiguo templo del pueblo” (templo que indudablemente estuvo ubicado alrededor del perímetro de la plaza y del cual no ha quedado la mínima, atómica, referencia oral y escrita a excepción de la leyenda citada), la mula que llevaba la caja “dobló las patas en un lugar distante, como acatando la voluntad de la Virgen de que allí se le construyera su templo” Y así se hizo.

He aquí pues, que en ausencia de historia escrita, la leyenda nos dice que el pueblo “Santiago Apóstol de la Nasca” tuvo un primer templo bajo advocación de ése santo patrón y bajo la regencia de los agustinos, los mismos que ya habían arrancado una jugosa donación -vía testamento- al curaca principal don García Nanaska, con la que fundaron en 1584 y edificaron en 1591, el convento agustino esfumado también en la leyenda. Y aún cuando éste fue supreso en 1826, es indudable que tal orden religiosa habría continuado regentando la fe nasqueña hasta 1810, en concordancia con la famosa leyenda.

El segundo templo, (destruido por el terremoto de 1942 y cuyos restos conocimos hasta los años de 1970 y más adelante), fue construido, según se cuenta, para complacer a la Virgen. Y se desprende también indudablemente, que su estructura arquitectónica obedeció al patrón agustino lo cual podrán confirmar quienes más conocen de ésa ciencia y arte, en la fotografía adjunta. Pero extrañamente, por ésas incomprensibles rarezas de nuestro pueblo y capricho e imposición de los párrocos que desfilaron por él, jamás se le llamó “Templo”, “Santuario”, etc., “de la Virgen de Guadalupe” como tenía que ser. E incluso hasta hoy se le nombra como “Templo Matriz” (¿Acaso posee a su alrededor una red de templos satélites?). Y para colmo, actualmente parece co- gobernar con la arequipeña “Virgen de Chapi” (¿?) En lugar de hacerlo por lo menos con el santo de la espada montado a caballo, tomando en cuenta que la Parroquia se ha seguido llamando tercamente “Santiago Apóstol”. Por esta razón, en antiguo artículo nos permitimos señalar que la Virgen de Guadalupe de Nasca, ¡No tiene templo ni Parroquia!

Continuando nuestro tema principal, se advierte que durante larguísimo tiempo los Agustinos se posicionaron conviviendo armoniosamente y sin enfrentar sus intereses con los Jesuitas quienes reinaban en el distrito Ingenio desde 1560 hasta 1712 e incluso hasta el 17 de Febrero de 1767 en que ésta última orden fue expulsada de España y sus dominios. Y aunque fue redimida alrededor de 1870, jamás recuperó trascendencia y sus pagos de antes en nuestros valles.

Nuestra modesta deducción arriesga la conclusión de que los Agustinos alcanzaron su fase epigonal en nuestro pueblo alrededor de 1890, según testimonio de nuestra abuela doña Isidora Lancho de Fernández, corroborado por su hijo mayor y padre nuestro, y también por nuestro otro sapiente tío, don Josué Lancho Rojas (“Andrés C. Lancho Ibarra y el Evangelismo en Nasca”-1998): En 1894 fueron convocados y arribaron tres frailes (frailes se denominaba exclusivamente a los franciscanos) comisionados para cobrar Diezmos y Primicias y de pasadita, “liquidar” a quien les estaba haciendo competencia restándoles su feligresía, “demonio” evangelista, don Andrés Lancho (nuestro abuelo materno).

Entonces, y de acuerdo a la secuencia histórica, es posible que desde allí, los franciscanos (fuertes en Ica) se habrían hecho cargo de la conducción “espiritual” de Nasca a expensas de los decadentes Agustinos quienes terminaron replegándose de las provincias para recluirse en la “Casa Grande” como se llamaba a su fastuoso Convento en Lima. Dicho todo esto hasta aquí, sigue flotando la pregunta:

La Sala de Profundis, ¿Existía con los agustinos, o fue innovación franciscana?

NASCA: SALA DE PROFUNDIS
PARTE II

En una conocida institución caritativa actual, “la Sala De Profundis se utiliza como sala de velación en casos de necesidad, para pacientes abandonados ó de escasos recursos…” Esa función se aproxima a la que seguramente cumplía dicha sala en muchos lugares y también en el templo de Nasca.


Amable lector: en ésta segunda parte les ofrecemos una visión más detallada de lo que significaba la Sala de Profundis, de la que había quedado cierta duda si fue creación primigenia de franciscanos.
Cierto es que, a partir del siglo XII, se produjo una “eclosión” de edificaciones conventuales y monásticas en Europa y particularmente en España en las que se consideraba ya, la Sala de Profundis como uno de sus ambientes y sin ninguna paternidad en especial. Dicho patrón arquitectónico tuvo que ser traído por órdenes mendicantes que arribaron a la América descubierta por Colón y luego conquistada por Cortés y Pizarro. Para formarnos una idea de ello, citamos lo que se ha dicho de México en cuyo suelo se estableció el Virreinato de Nueva España desde 1521 y que de alguna manera tuvo un cierto paralelo con el nuestro: “Con el Virrey Antonio de Mendoza…el criterio constructivo de las tres órdenes (franciscanos, agustinos y dominicos) se unificó, acordándose que se construirían conventos según el tipo medio de España, que era el más usual: iglesia conventual de una sola nave, presbiterio poligonal, techos de madera y traza benedictina, adecuado al tamaño de la casa habitación al probable número de frailes que morarían en él”. La planta arquitectónica de los conventos, debían estar en concordancia con la regla y la constitución de la orden, amén de que las circunstancias y necesidades sui generis de cada población y provincia…”.
Concluye dicho texto, señalando que a nivel general, existían en los conventos los siguientes espacios: Claustro (espacio comunal para los religiosos), dormitorios (celdas y en algunos casos, hospedería), Sala de Profundis (antesala al comedor, espacio de oración), refectorio (comedor), cocina, oratorio ó capilla (no presente en todos los conventos), Sala de Capítulo (sala de Juntas para la alta administración del convento), secretas (sanitarios), enfermería y cárceles (para disciplinar exclusivamente a los clérigos).

El riguroso régimen de oraciones que recitaban los clérigos, fue normado por antiguas y sucesivas Bulas Papales hasta llegar a la llamada “Ccelestis” de Clemente XII (14 Agosto 1736) que otorgaba “100 días de indulgencia a quienes rezaran de rodillas el Salmo de Profundis, ó un Padrenuestro y un Avemaría con el versículo “Réquiem Seternam…”

A la luz de importantes archivos consultados, la Sala de Profundis sería de más antigua concepción que el refectorio. Y tuvo diversos fines, por ejemplo: cuando moría un fraile menor, su cadáver se instalaba allí para velarlo hasta su entierro.
En ése recinto no solo se rezaba el famoso salmo a favor de las almas del Purgatorio sino también fue un lugar de reunión de la comunidad presidida por los religiosos con los más importantes cargos conventuales: el Definidor, el Lector de Teología, el Lector de Artes, Procurador, Predicadores, etc. En ése recinto también solían analizar y evaluar los testamentos y legados a favor de la Orden.

También (especialmente en la orden franciscana) tenía un carácter disciplinario y penitencial: en ella ocurrían los actos de Acusación y el Penitencial, observándose obligatoriamente todos los meses el Capítulo de Culpis donde se reconocían mutuamente sus pecados y reflexionaban sobre sus conductas, practicando el examen de conciencia: cada fraile reconocía las suyas ante los demás dando muestras de arrepentimiento y humildad. Estos actos eran practicados por sacerdotes y legos en ésa Sala de Profundis, en el Capítulo de Culpis, los miércoles. Los legos también decían sus culpas en el refectorio, los viernes, junto a los Coristas.
Y además se solía repasar en ella -los jueves y viernes- lecciones de Mística y Regla. Acorde con su función y usos, dicha sala tenía una sobria y adecuada ornamentación con arreglo a lo que estableció el Concilio de Trento sobre el uso de “imágenes sagradas con fines catequísticos y la pintura y escultura religiosa”. Pero además éste recinto tenía otros detalles como era su ubicación con respecto al sol: no tenía ventanas por lo que la iluminación durante el día era casi nula, reduciéndose a la que durante el atardecer penetra por la puerta del claustro ó la que podría filtrarse desde el refectorio.

Habiendo llegado los franciscanos después que los dominicos y antes que los agustinos pero en mayor número que todas ésas Órdenes, se afirma que el cristianismo americano fue, en principio, franciscano. Ello nos ofrece una base para afirmar que es posible que los franciscanos hubieran sido los primeros en traer consigo la concepción arquitectónica de los conventos españoles que incluía el Refectorio y la Sala de Profundis, como recintos contiguos propios de las órdenes mendicantes.

La historia señala que para la construcción de los edificios religiosos, las órdenes obtuvieron el beneficio llamado Mita de plaza, mediante el cual los Encomenderos fueron obligados a ceder indios para los trabajos. A cambio solían conceder a todos aquellos que contribuyeron con sus bienes ó trabajo, el privilegio de ser sepultados en catacumbas, es decir…EN LUGARES SANTOS…
¿Sería cierto aquello para todos los casos? El curaca nasquense, don García Nanaska (hijo) cedió importantes propiedades y dinero contante y sonante para que se edificara el Convento de los Agustinos (1591) a cambio de la promesa de ser sepultado bajo el Templo Santiago Apóstol (el más antiguo, no el que se construyó en 1810 por “exigencia” de la Virgen de Guadalupe) y se dijeran 300 misas por su alma. ¿Así lo hicieron los agustinos en la Sala de Profundis? ¿Oraron para que su estancia en el Purgatorio fuera lo más suave y sin tormento y de allí pudiera más tarde enrumbar e ingresar limpiamente al cielo, BOLETO EN MANO? Es de suponer que el expediente que diera fe de sus piadosas donaciones a favor de la santa iglesia debía haber sido elevado previa y urgentemente a San Pedro, el Portero del Cielo para que éste pudiera franquearle la entrada. Nunca se supo ni se sabrá si se cumplió con su última voluntad...

condechaucato@yahoo.es

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