domingo, 16 de junio de 2013

Cultura : Una que otra pendejada, la Conquista del Tahuantinsuyo, parte III por Jean Carlos Ríos Oscco

UNA QUE OTRA PENDEJADA: LA CONQUISTA DEL TAHUANTINSUYO (PARTE III)

Por Jean Carlos Ríos Oscco

En este episodio de Cajamarca hay un equívoco aún vigente y que no es corregido: Atahualpa no se dirige a la plaza con su ejército. Sugeneral y capitanes estaban repartidos en tres lugares distintos, Rumiñahui estaba concentrado en Tomebamba y después paso a Quito, Quisquis estaba en el cuzco limpiándole el camino a Atahualpa para que pudiera ceñirse la mascapaycha y así proclamarse como máximo soberano. Y el General Chalcochimac se encontraba en Jatunsausa castigando a los Huancas que se habían aliado con los huascaristas. Así que el advenedizo Atahualpa entro con su sequito, grupos de cortesanos, danzantes, músicos: “La violencia de la caballería sobre esa multitud asombrada de cortesanos, mujeres, ancianos, niños y unos pocos escuadrones de infantería ligera fue terrible”. JUAN JOSÉ VEGA.

“Dejó allí la gente con las armas e llevó consigo hasta cinco o seis mil indios sin armas”. HERNANDO PIZARRO (soldado de la conquista, hermano del “chanchero”).

Ni soldados, ni armas. ¿Por qué tomo esta determinación el Inca? ¿Confianza? ¿Soberbia? Bueno, un poco de eso. Pero también hay que tener en cuenta que el Inca iba derechito a un convite, y no a una batalla, y que era un gesto de reciprocidad (uno de los valores preponderantes en el antiguo Perú) debido a que el día anterior Hernando Pizarro había estado en los baños de Cunoc en el campamento del auqui. Es por eso que el episodio de Cajamarca no tiene que ser visto como un encuentro bélico sino que fue una emboscada por parte de los castellanos, y que en ese momento no se desmorona el imperio de los incas sino que se inicia la guerra por la conquista del Tahuantinsuyo que dura más de 40 años.

Lo que sucedió después de la captura del Inca son acontecimiento que los cronistas apenas y mencionan de forma sesgada: las alianzas con diferentes grupos señoriales.

De diferentes rincones del Tahuantinsuyo, llegaron a Cajamarca, los curacas principales de cada señorío ofreciendo presentes: oro, plata, comida, cargueros, mujeres. Manifestando así la alegría por haber capturado a uno de los guerreros más temido y sanguinario del incario: Atahualpa. Uno de esos grupos étnicos eran los Huancas, que de sus tres parcialidades o sayas se apersonaron a Cajamarca en busca de Pizarro para brindarle el apoyo económico y militar. Estos curacas eran: Apo Manco Surichaqui de Jatunsausa, que en realidad mando a un representante, Ñaupari, que a la postre iba ser bautizado con el nombre Diego Ñaupari que se dirigió a la cabeza de 271 cargueros que llevaban frazadas echas de cumpi, 40 ropas de alta finura confeccionadas con el mismo tejido, para la dieta del caudillo le otorgaron 77 fanegas y media de maíz, 20 fanegas de papa, y cierta cantidad de quinua.Pero también metales preciosos: 301 pesos de oro en estatua y adornos, y una cantidad similar en plata.
Otro curaca huanca llego a Cajamarca para dar su incondicional apoyo fue Apo Manco Guacrapáucar, jefe étnico de Lurinhuanca con la consigna de destruir a como dé lugar el imperio de los incas. 715 cargueros, hombres y mujeres, gran parte de estos quedaron convertidos en yanaconas; 596 pesos de oro, 80 piezas de ropa de cumpi, 4 mantas para caballos, 199 fanegas de maíz.
Desafortunadamente la información de Apo Alaya Chuquillanqui, Señor de Ananhuanca, se perdió pero ha quedado constancia de su también incondicional apoyo a Pizarro.

Las fuentes provienen de los memoriales escritos, ayudados por un escribano español, de los hijos de cada uno de los Señores que mencione arriba, en 1560 y 1561, y que se ubican en el Archivo General de India de Sevilla. Sacados a la luz por el historiador peruano Waldemar Espinoza. Pero, ¿por qué los cronistas no lo mencionan? ¿Qué motivos tendrían para ocultarlo? Dejemos que Waldemar Espinoza nos lo diga: “podemos afirmar que los españoles callaron la asistencia y alianza de los señores étnicos, con un fin preconcebido: no perder las encomiendas. Si ellos hubieran manifestado que el Tahuantinsuyo fue conquistado por los mismos peruanos para entregárselo a los españoles, entonces ¿con que derecho habrían reclamado gratificación de servicios a la corona?”
Más claro ni el agua.