sábado, 15 de junio de 2013

Cultura : Una que otra pendejada, la Conquista del Tahuantinsuyo / parte II, por el nasqueño Jean Carlos Ríos Oscco

UNA QUE OTRA PENDEJADA: LA CONQUISTA DEL TAHUANTINSUYO (PARTE II)

Por Jean Carlos Ríos Oscco

Con la culminante heroica defensa de Túpac Amaru en el reducto Inca de Vilcabamba, llega el final político del Tahuantinsuyo. Lo que aconteció el 16 de Noviembre de 1532, en la plaza de Cajamarca fue el encuentro entre los castellanos urgidos de nuevas tierras para salvar la economía caótica de Europa, y el ejército rebelde del auqui Atahualpa. Debo resaltar que Atahualpa no era, en aquel entonces, Sapa Inca o Capac Apo Inca (¡no era el rey, ni el soberano, ni el emperador! De soberano ni sus calzones), sino solo un rebelde proveniente de la elite incaica que se levantó en armas para arrebatarle el poder a Huáscar Inca quien, desde antes de la muerte de Huayna Capac, había sido designado, por su padre, como correinante y futuro heredero al trono del imperio: “Se dice que Huayna Capac nominó como su sucesor a Ninacuychi y que por el deceso de este, casi simultaneo con el de su padre, la sucesión correspondió legítimamente a Huáscar. Los testimonios más confiables afirman que Huáscar Inca el único heredero del Tahuantinsuyo. Este hecho era evidente, porque el citado auqui ya era correinante del Inca desde años atrás, y además la determinación de Huayna Capac no podía ser otra que asegurar la unidad del imperio, por cuya integración había luchado durante su gobierno, para dejar un estado política y militarmente fuerte, de manera que las opiniones sobre la presunta división del imperio, no constituyen sino simples conjeturas, sin ninguna sustentación histórica. […] Las versiones de la presunta división del imperio, que recogieron Zarate y Gomara (cronistas), asumidas después por Garcilaso de la Vega, evidentemente salieron de la tienda de Atahualpa, cuando cautivo por su imprudencia, trató de convencer a los españoles de la legitimidad del derecho que le asistía para haber tomado las armas contra el gobierno constituido en el Cusco, alegando que su hermano Huáscar Inca quería arrebatarle Quito y las comarcas aledañas que su padre le había dejado” Edmundo Guillen Guillen, Historia General del Ejército Peruano, vol. II, p. 88.

Las disputas por alcanzar el liderazgo y ser el conductor del imperio era pan de cada día desde el gobierno de Pachacutec, solo que ellos pudieron controlar los conflictos con mucha sagacidad, y evitar con esto la fracturación política y social del mismo.
Por lo tanto, para que los occidentales pudieran conquistar estas tierras tuvieron que valerse de la ayuda económica y militar de diferentes grupos étnicos que estaban en contra de las políticas cusqueñas: Cañarís, Chachapoyas, Huancas, los yungas de la costa, etc.

Y se podría especular que para la entrevista en la plaza de Cajamarca hubieran acudido ya con decenas –o cientos- de nativos de estos grupos étnicos, esclavos negros y nativos de Centroamérica (desde el mismísimo Tierra Firme). Porque Pizarro y su hueste perulera cruzaron desde Lambayeque a la sierra y de esa zona pudieron ya, haber pactado alianzas con el reino de Lambayeque y el gran Chot (que en la actualidad es Tucume) con una población de más de 50, 000 habitantes aproximadamente en aquel entonces. Si no, leamos lo que dice el conquistador Cristóbal de Mena, inmediatamente después prendido Atahualpa: “Recogiose mucho oro que auia en algunos toldos, y derramado por los campos: así mesmo muchas ropas. Todo esto recogeron losnegros y los indios de seruicio: que los otros estauan en orden guardando sus personas”. LA CONQUISTA DEL PERÚ, LLAMADA LA NUEVA CASTILLA, 1534.
¿Cómo que negros e indios de servicio? ¿No que su abnegada valentía los condujo a Cajamarca solitititos?

Continua ...