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DON BASILIO FALCÓN: HIJO NOTABLE DE NASCA
“Noche oscura y tenebrosa, tan achispado iba Antón, que cayó de un tropezón en la senda borrascosa y lanzó un recio juramento diciendo: ¿Quién se cayó? Y en la pared del convento resonó el eco:” ¡YOOO...!”
-¡Mientes! Fui yo quien caí y si el casco me rompí, tendré que gastar pelucas. ¡LUCAAASSSS!
-No soy Lucas, ¡voto a dios! ¡Y nos veremos los dos, tunante de farfantón! ANTOOON”...
Así, con los maravillosos versos humorísticos del magnífico poema “El borracho y el eco” de Francisco Añón (Madrid, 1856), don Basilio Falcón, incomparable histrión nasqueño, encandilaba al pueblo que se congregaba en las veladas artístico-literarias que se realizaban principalmente durante las Fiestas Patronales en ése nuestra amada Nasca, alrededor del año 1930. Don Basilio Falcón se había constituido en ésa época como el primerísimo actor y declamador nasqueño, no concibiéndose Velada exitosa sin su participación estelar. Recordemos también aquí, la vieja costumbre de nuestros mayores, quienes acudían llevando su silla ó banquito en el brazo mientras que los “señorones” y “señoronas” los enviaban por delante con la servidumbre para reservar principalísima ubicación. Aquellos palcos eran in-to-ca-bles.
Don Basilio Bernardino Falcón Flores nació en Nasca el 05 de Mayo de 1906. Sus padres fueron don Eloy Falcón y doña Nicomedes Flores. Sus hermanos fueron Felícita, Roberto y Catalina. Don Basilio fue autodidacta por tanto nació para ser artista: fue un diamante que solo necesitaba ser pulido. Si hubiera recibido la formación académica necesaria, hoy estaríamos recordando a un gigante de las tablas.
En su libro “Nasca en Anécdotas”, el Dr. Manassés Fernández Lancho con quien fueron grandes amigos, le dedicó generosas líneas evocativas haciéndonos conocer que además don Basilio fue torero y alternó con los maestros españoles afincados en Ica: Jerezano y Miguelete. Con ellos asistía a los encierros que solían realizarse con motivo de las Fiestas Patronales en una huerta ubicada en el antiguo Callejón de Aja. He aquí, amable lector, la formidable estampa que nos regala de él: “Basilio, con un pañuelo de colores amarrado a la cabeza, con un calzoncillo largo de don Eloy (su padre), unas medias de colores de sus hermanas, un trapo rojo amarrado a la cintura; polleras viejas de colores chillones terciadas al hombro y con el brazo derecho en arco, apoyado en la cintura...” Y leamos éste otro párrafo: “...Le tocó el turno al matador Basilio que salió entre gran gritadera y aplausos del público, y comenzó a caminar con un garbo y una prestancia que con dificultad se podía ver en los toreros profesionales. Y citaba al torete: “¡Ca toro, ca toro, ca!”. De veras que solamente por ése extraordinario relato cargado de tanto realismo y gracia, el Dr. Manassés merece un galardón aún en forma póstuma.
El potencial artístico de don Basilio no conoció límite alguno: en otro relato del mismo libro, el Dr. Manassés nos cuenta que también en las Fiestas Patronales arribaba a Nasca uno y a veces, dos circos. Luego de sus presentaciones, inmediatamente don Basilio organizaba y presentaba el suyo, con artistas nasqueños, entre ellos el recordado don Juan Valdivia, los hermanos Quío y Chel Moreno, etc. Allí se lucía don Basilio en la barra y en las argollas como no lo hacían los profesionales circenses y también recitaba el poema “El borracho y el Eco” rindiendo al público con un alarde y derroche de memoria y gracia:
“¿Me conoces, he tunante? Pues espérate un instante y conocerás mi navaja. BAJAAA…
Bajaré con mucho gusto ¿Te figuras que me asusto? Al contrario, más me exalto. –ALTOOO… “
En 1921 y habiéndosele encargado la realización de una velada artístico-literaria, nuestro padre, don Sixto Fernández Lancho puso en escena por primera vez en Nasca una obra de teatro. En su relato, cita como Apuntador (persona oculta en el tabladillo para “soplar” los parlamentos a los actores), a don “Manuel Falcón”. Lo cual quizás podría ser un error y se trate más bien de don Basilio Falcón.
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Nosotros también tuvimos el honor de conocerlo y apreciar su figura con un aura patriarcal en la que destacaban sus grandes y bien alisados bigotes. Su hogar en la calle “La Estrella” (Callao), era reducto en donde se realizaban animadas reuniones gastronómicas, de galleros, futbolistas y cazadores. En ellas y a decir de quienes lo trataron más de cerca, daba cátedra de gran cocinero y de bailarín (era un maestro del pasodoble). Además se le recuerda como un entusiasta y gran animador de los paseos a las playas nasqueñas. A los muchachos de ésos años, nos era familiar verlo siempre rodeado de amigos, sea en el umbral de su vivienda y sobre todo en su baluarte favorito de tertulia: la Placita de la Concordia, anexa al antiguo y bello Palacio Municipal. Rodeado de fieles habitúes como los antiguos profetas, los embelesaba con sus anécdotas haciéndolos explotar en carcajadas con sus agudas ocurrencias.
Simple coincidencia ó no, don Basilio murió un día igual al que nació: el 05 de Mayo de 1986. Y dispuso que se le coloquen una cruz en la cabecera de su tumba y otra a los pies. Muchos epitafios podrían colocarse en su tumba a cada cual más honroso y significativo, especialmente después de leer los sentidos testimonios que han expresado de él –vía facebook-muchos nasqueños incluso los que están en el extranjero, por ejemplo: “filósofo de lo cotidiano, tomó la vida sin enredos: ¡una gran vida!”. Nosotros creemos que más apropiada es su clásica expresión: “¡BOLA AL CENTRO!”
Seguramente que allí donde esté, él continuará demandando con su franqueza directa y sin tapujos: “¡Se toma!”, “¡Se baila!” y “Se fuma”. Cuentan que cuando alguien no cumplía esos mandamientos y no departía y compartía con alegría, estaba demás y estorbaba: “Usted no come, no toma, no baila, no fuma... ¡SE ME VA DE ESTA CASA, CARAJO!” Y esto lo decía, ¡hasta en casa ajena!
Nuestro pueblo ha de lamentar por siempre que habiendo entre sus amigos personas ligadas a las letras y al periodismo, entre ellos el excelente tradicionista y auténtico Cronista de Nasca, don Néstor Mejía, no se les ocurrió transcribir ésas páginas de su incomparable libro de vida como un valioso legado para las generaciones de hoy y de mañana. Solo nos quedará su legendario recuerdo que se va agigantando, como dice la inmortal frase: “¡Como las sombras de la tarde cuando el sol declina” Sea el presente artículo el preludio de un justo reconocimiento y merecido homenaje a quien fuera uno de los hijos notables y queridos de nuestro amado pueblo de Nasca que nos hemos propuesto rescatar del olvido.
condechaucato@yahoo.es