sábado, 7 de julio de 2012
Cultura : Don Martín Toyosato desde el Imperio del Sol Naciente hasta el Imperio del Arco Iris
DON MARTIN TOYOSATO: DESDE EL IMPERIO DEL SOL NACIENTE HASTA EL REINO DEL ARCO IRIS.
por Conde Chaucato
En el artículo más fascinante de todos los que se han escrito sobre nuestros ancestros, don Jorge Donayre B. llamó al pueblo nasquense, el Reino del Arco Iris.
El Amauta Dr. Manassés Fernández Lancho nos ha contado en su obra “Nasca en Anécdotas”, que el primer japonés llegado a Nasca (1928) se apellidaba Nakamura y que poco tiempo después le siguió don Martín Toyosato:
“Era joven y cojito, conversador, alto y delgado. Estableció su peluquería en la calle Derecha (Lima) y la adornó con profusión de cuadros de guerra, buques y militares en uniformes ecuestres. Orgullosamente contaba que era sobreviviente de varias batallas en la guerra con Rusia y en la toma de Puerto Arturo”
Ante la curiosidad de uno de sus clientes sobre un cuadro que mostraba un enorme buque de guerra, ha añadido el Dr. Manassés que, -hinchando el pecho- Toyosato le contestó:
“Ése crucero “Kirishima”, ¡barco más grande de toro mundo! Ése cañón cuando disparao y encontrao otro barco, ¡sacó miera!...Si no alcanzao, regresao cañón para dispara otra vez. ¡Siempre saca miera!”
Luego de dominar inicialmente el Océano Pacífico gracias a su soberbia industria militar, Hiroito, hasta entonces considerado Divino Emperador del Imperio del Sol Naciente, tuvo que aceptar la rendición incondicional ante EE.UU., golpeado por dos terribles y cobardes impactos nucleares sobre ciudades indefensas.
¡Qué dolor! ¡Qué impotencia! Sentirían no solo los súbditos combatientes sino aquellos que habían emigrado mucho antes de la patria y se encontraban lejos, muy lejos, como don Martín Toyosato...
Cuando niños también conocimos a tan notable vecino del Cercado del pueblo de Nasca pues nuestro padre -con el que eran muy amigos- nos hacía cortar el cabello con él y en otras oportunidades con los igualmente caballerosos, hermanos Cajo. Conversaban larga y divertidamente. Hasta hoy recordamos los escalofríos que nos producían sus largas y huesudas manos cuando rozaban nuestro cuello: tenían una temperatura peculiar que parecían estar heladas. Que sepamos, él no formó familia y se mantuvo soltero hasta su muerte. Sin embargo era asiduo cliente y fervoroso parroquiano de cierto lugar próximo al aeropuerto...
Don Martín (cuyo nombre japonés jamás supimos), tenía su salón en el “Callejón del Mercado” el que describiendo una curvilínea marcaba los linderos de éste con relación a las propiedades de nuestro venerable tío don Pepe Roncagliolo. Empezaba en la calle Lima, justo donde estaba la tienda de ése otro gran señor que fue don Oscar Loyola Luna, y terminaba por el otro extremo en la calle del Zaguán (Grau) pasando antes por el salón de don Martín del cual unos metros más allá, habían unos pestilentes cilindros de basura. En el punto final, hacia la izquierda estaba la gran bodega de don Berti Manrique en la que despachaba un gentil zambo que llamaban Justo y hacia la derecha había una “chingana”-pequeño reducto pisquero- conducido por unas señoras conocidas como “Las Morón” donde carniceros, pescadores, comerciantes y transportistas, además de lechuceros y ocasionales madrugadores, alcanzaban el éxtasis con el famoso pisco “TUNGA”. Allí vimos en más de una oportunidad al conocido bohemio don “Peluca” Ríos, nuestro siempre recordado primo, el “Federal” Enrique Roncagliolo y también a galleros de fuste y traba de plata como fueron don Alfredo Parodi, don Julio Ferreira, don Abisaí Fernández y muchos otros que el tiempo ha borrado de nuestra memoria.
Luego de ésta sentida remembranza, damos fe de esos cuadros que aquel humilde salón –rincón evocador de la epopeya japonesa- ostentaba en sus paredes, en nuestro pequeño pueblo, y que nosotros contemplábamos impresionados mientras él relataba y relataba...
Han pasado poco más de 50 años de aquello y recordando hoy a don Martín, a su épica historia y a los cuadros que lo hacían suspirar con inmenso orgullo, hemos dado rienda suelta a nuestra curiosidad periodística para informarle, amable lector, que la guerra Ruso-Japonesa sucedió entre 1904 y 1905. Allí se produjo la toma de Puerto Arturo por los japoneses.
El crucero ó acorazado “Kirishima” fue construido después (en 1912) junto con otros tres del mismo modelo: “Hiei”, “Kongo” y “Haruna”, con cerca de 36,000 toneladas de desplazamiento; velocidad de hasta 30 nudos, tripulación de 1437 hombres, unos 34 cañones de gran calibre más ocho ametralladoras y un blindaje en cubierta de 80 mm. EL PODEROSO “KIRISHIMA”
En 1932 participó en el llamado “Incidente en Manchuria”; luego estuvo presente cuando el ataque a Pearl Harbor (07 Dic. 1941) y después, el 1º.de Marzo de 1942, junto con su gemelo el “Hiei”, hundieron al crucero ligero estadounidense USS”Edsall”. Además participó en la batalla de las Islas Salomón Orientales y en la batalla de las Islas Santa Cruz. Hasta que el 15 de Noviembre de 1942 en la segunda batalla de Guadalcanal, fue alcanzado y rematado por dos cruceros americanos.
El valeroso capitán Sanji Iwabuchi dispuso la evacuación de sus hombres y en digna actitud ordenó abrir las válvulas para que no sea capturado, hecho que remueve las más profundas fibras de nuestro patriotismo recordando idéntica intención de nuestro heroico y sin par monitor “Huáscar” en 1879. En 1992 fue descubierto en los alrededores de la Isla Savo, a más de 1,000 metros de profundidad. Así pues, queda plenamente demostrada por su coherencia con los hechos históricos, la versión del ilustre vecino asiático, quedándonos la certidumbre de que tal vez él estuvo a bordo del mismísimo “Kirishima”.
¿Por qué decidiría Toyosato venirse al Perú? Tal vez por sus heridas recibidas en la guerra. Recuérdese que acusaba una marcada cojera. Sin dudas que su limitación física lo alejó de su pasión militar impidiéndole estar presente en otras acciones militares y sobre todo en la Segunda Guerra Mundial. Su sino lo trajo a nuestro país y específicamente a Nasca, enriqueciendo el cofre de personajes legendarios y maravillosos de nuestro amado pueblo. Se hizo nasqueño y durante su agradable estancia, nos regaló su alegría, afecto y bondad. Aún nos queda pendiente por investigar, qué relación tuvo con don Masai, otro querido japonés y acreditado mecánico afincado en Nasca.
Por eso, porque tuvimos el honor de conocer a don Martín Toyosato y escuchar de sus propios labios las heroicas jornadas en que participó defendiendo a su patria; porque quiso mucho a Nasca y se quedó para ser uno de los nuestros, nos cuadramos militarmente para tributarle nuestro modesto pero solemne homenaje a su memoria.
condechaucato@yahoo.es