“LOS DIABLOS CON SOTANA”
Sixto Fernández Alvarado “Conde Chaucato” *
Un sacerdote financió la expedición conquistadora de Pizarro, y otro ayudó a prender, bautizar y asesinar al Inca. En 1508, mediante el Regio Patronato la Iglesia Católica otorgó a la Corona injerencia en asuntos eclesiásticos, pero abrió camino hacia América a las Misiones ú Ordenes Mendicantes (que supuestamente vivirían sólo de limosnas y de trabajo) para cuya financiación había logrado los Diezmos.
De esa forma llegaron los Dominicos (1532), Franciscanos y Mercedarios (1533), Agustinos (1551) y Jesuitas (1568). Todos prosperaron, sobre todo los últimos, declarados “peligrosos por su versatilidad y destreza para los negocios” y expulsados a mediados del siglo XVIII.
Los primeros misioneros fueron heroicos, tal vez castos, y quizás… hasta santos varones. Ellos sembraron el territorio de cruces y templos, asimilando los indios el nuevo culto, pero con algunas resistencias, como que ocultaban sus guacas ó ídolos detrás de los ajenos, en los templos y en las andas.
La iglesia desperdició la oportunidad histórica de alfabetizar, pero la ignorancia le permitió a muchos de sus ministros, ventajosas adquisiciones como las donaciones, algunas ¡a cambio de unas cuantas misas!
En ése marco hubo una laya de pícaros ajenos al celibato y demás votos, encandilados por la tenencia de bienes materiales y el goce de placeres mundanos que desde el púlpito fustigaban. El pueblo, ante ellos entremezclaba sentimientos de respeto y temor, por el poder e influencia que ejercían sobre amos y autoridades con los cuales conformaban una próspera trinidad.
Nasca conoció a varios de ellos. La tradición – memoria de los pueblos – ha registrado su paso y asimismo, algunos libros y documentos históricos, como el testamento de don García Nanaska – Padre (1569). Allí se puede apreciar claramente su accionar; testigos firmantes : fray Luis López, fray Pedro de Breña, fray Martín de Contreras. Albaceas : el cura Polanco (confesor) y el Arzobispo de Lima. Así se “aseguraban” que la última voluntad del testador les fuera favorable.
A partir de 1619 los Jesuitas se apoderaron del rico valle de Ingenio en una pugna de adquisiciones en las que destaca más tarde el ambicioso cura dominico fray Diego de Mendoza (1734).
En 1778 el cura Tomás de Leuro hizo un Padrón poblacional, citando a fray Alonso de Zapata y fray Marcos Alcocer y también a tres sacerdotes seculares (representantes directos del obispo).
En 1810, fray Sotil (quizás Julián Sotil Cornejo) fue sin duda, el inspirado autor de la famosa leyenda de “aparición milagrosa” de la Virgen de Guadalupe para reforzar una alicaída fe.
Entre 1851 y 1862 fue párroco don Juan José Polo (más tarde obispo de Ayacucho) quizás el de mayor talla espiritual que arribó a nuestro pueblo. Acendrado patriota y director de un famoso colegio de Segunda Enseñanza en Nasca – perdido en la leyenda – y del que egresaron notables ciudadanos y presbíteros.
En 1897, Guillermo Roselló – párroco – convocó a tres frailes franciscanos : Juan, Ignacio y Joaquín, quienes como visitadores eclesiásticos cobraron los “diezmos” y las “primicias” e intentaron matar a don Andrés Lancho, notable pastor evangélico y único símbolo de virtud en el pueblo. Para ello lo citaron con un negrito quien al verlo suplicó aterrorizado que no lo dañe, porque los “padrecitos” le habían dicho que cuando hablaba, “echaba candela por la boca”.
Mientras éste cura Rosselló jugaba una tarde a los gallos, la Virgen de Guadalupe era quemada parcialmente por un cirio en el templo. En 1909 atacó en “El Comercio” de Ica a quien construyó el Cementerio Laico (para no católicos). El decidía quién se enterraba y además cobraba “derecho de llave” por cada difunto.
En ésas épocas la acción de las “jarjachas” se le atribuía a una extraña e infame “penitencia” impuesta por los curas : matar de susto a un inocente, les lavaría sus terribles pecados.
En 1921 era párroco Juan Cerrier (ó Cirer) Flor, asiduo cofrade de la “tira venenosa”, como se le conocía al círculo social del pueblo, por sus intrigas y mezquindades. Un día fue preso de la ira y se enemistó con quien le sugirió ceder una fracción de lo recaudado en la fiesta patronal, para mejorar la Plaza de Armas diciendo : ¡“lo que es de la Santa Iglesia, no se toca”!
Al cura Zegarra (1928), le siguió “Tejada para los hombres, Tejodo para las mujeres” (1930) así se presentaba y canallesco, exhortaba a los fieles a no pecar como él lo hacía. Era activo socio del “Círculo Militar” (como también se le conocía al círculo social del pueblo) y armaba ruidosas jaranas con el melodium del templo, el cual dizque un negocio lo desapareció.
Una noche, alguien clavaba en la fachada de la parroquia, una tablilla con el número y nomenclatura catastral; intrigado por el ruido, el cura abrió la puerta : él estaba ebrio y adentro había licor y mujeres de la “vida alegre”.
En Domingo de Ramos, bendecía y vendía ramas de palmera y olivo. Al reclamarle el “cholo” Albino Gallegos su desleal competencia, el cura se quitó la sotana “cerrándolo a golpes”.
En 1934, el cura limeño Chávez se jactaba ser el mozo “cunda” del “Círculo Militar” y gustaba medir sus habilidades de peleador a puño limpio y con cuchillo. Sus amigotes hacendados participaron de sus bacanales y se fue de Nasca llevándose a una joven con la que tuvo descendencia.
Poco antes, intentó robar las finísimas “arañas” del templo mediante el “cambiazo”. Frustrado el hecho, las arañas falsas pasaron a engalanar, unas el salón Municipal, y otras el salón del burdel.
Hacia 1940 fue párroco el cura Alberto Rossell Castro, acreditado historiador y reconocido mujeriego; durante el sismo de 1942 salvó las imágenes, ornamentos y enseres del templo, pero dejó perder los restos de las destrozadas “arañas” con los que se hubieran podido reconstruir siquiera dos de ellas. También desapareció en ése hecho, la histórica e invalorable Cruz de la Libertad que estaba en el frontis.
El 8 de Setiembre de 1948, se puso la primera piedra del nuevo templo, para lo cual llegó el “padrecito” fray José de Guadalupe Mojica, ex tenor y actor mexicano. Esto provocó un rumor cuya versión completa guardamos : “La Virgen de Guadalupe – decían – habría sido suplantada por una réplica”.
En 1953, fue párroco Eduardo Varea Seas, infaltable invitado de honor en cuanta “comilona” y agasajo había. De solemne y cáustico discurso, por las noches solía reunirse con su “patota” en la parroquia y el licor lo compraba con las limosnas.
En 1964, se impulsó la cruzada Pro Templo con el párroco Jaime Steidel, Nicolás Long y Vicente Lindebur, parte de un grupo mayor de curitas “gringos” casi todos mujeriegos, aunque uno de aquellos, engreía a sus “escogidos” del curso de Religión.
Hacia 1980, sufrimos la presencia de curitas, fogosos militantes de la Teología de Liberación, quienes nos invocaban en misa a orar por la Revolución Sandinista y otras.
El 29 de Agosto de 1981, el obispo de Ica, (en una carta dirigida a la feligresía de Nasca) resaltaba la condición de cristianos y que las Fiestas Patronales nos “mejoran personal y comunitariamente”; pero contradiciéndose, rechazaba la Semana Turística determinando que “todos los fondos recaudados sean para el templo” desnudando así, su real preocupación.
El 22 de Agosto de 1985 y en una clara intromisión ante el “poder del pueblo” que es el municipio, el Vice-Ministro de Justicia “recomendó” al Alcalde don Aroldo Corzo, a “brindar la mejor colaboración…” al obispo de Ica y al párroco de Nasca, David Ritter Walter.
Luego de una ardorosa disputa con el municipio por el terreno del antiguo templo, se ha anunciado un feliz acuerdo traducido en la construcción inmediata de un nuevo edificio parroquial de dos plantas, con un área total de 1262 metros cuadrados, felicitándose a las autoridades religiosas “por su espíritu conciliador y desprendimiento”. En la bruma del tiempo desaparecieron aquellos misioneros heroicos; algunos tal vez castos y quizás… hasta santos varones.
*Sixto Fernández Alvarado "Conde Chaucato", es un distinguido periodista nasqueño que ejerce su actividad en Ica en un conocido periódico de la capital regional.
"Conde Chaucato" es hijo del primer periodista de Nasca, Don Sixto Fernández Lancho.
Esta obra ha sido tomada del libro: Candela con K, del escritor y artesano nasqueño Aurelio Muñóz Alarcón "Profekandela".
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