Los graves asaltos a turistas extranjeros en Nasca y en el río Amazonas tienen que llevarnos a reflexionar y a replantear la estrategia gubernamental para hacer del turismo un puntal de la reactivación económica.
Los cuestionamientos en materia de seguridad son tan básicos como indignantes. ¿Cómo es posible que un grupo de asaltantes pueda entrar con tanta facilidad a un hotel cercano a uno de los puntos más atractivos del turismo receptivo para desvalijar a los turistas? En este caso, con el agravante de que se trata de un equipo de la cadena de televisión National Geographic que hacía un reportaje sobre la riqueza y el potencial turístico de nuestro país.
En el Amazonas resulta aun más escandaloso que, luego del primer asalto a la embarcación en la que viajaba el mundialmente reconocido chef peruano Gastón Acurio, se haya permitido una semana después otro atraco similar. ¿Qué hizo la Policía Nacional para evitarlo?
En ambos casos, cuando los visitantes son en su mayoría extranjeros, el daño a la imagen del Perú es catastrófico. Y para revertir estas negativas consecuencias, el Gobierno, las autoridades regionales, las empresas de turismo y la sociedad civil tienen que evaluar cómo superar este revés, para lo cual es fundamental garantizar la seguridad de los visitantes.
Aparte de señalar el alarmante número de accidentes en la vía interprovincial, que también afecta a los turistas, tenemos que llamar la atención al Gobierno para que convoque a los titulares de los ministerios del Interior, de Turismo y Comercio Exterior, así como de Transportes y Educación para revisar la política nacional de turismo, amenazada por la falta de seguridad.
Mucho ha costado llegar a los dos millones de turistas. La gastronomía se ha asentado como un nuevo filón que atrae más y más visitantes. Y tenemos ahora muchos más destinos que mostrar con los nuevos descubrimientos arqueológicos en el norte, que impulsan la economía de varias regiones y crean trabajo.
¿Podemos darnos el lujo de echar al traste todos estos avances por culpa de unas cuantas bandas de delincuentes? Pues, definitivamente, no.
Siguiendo el ejemplo de otros países, en el año 2007 se promulgó la ley 28982, que regula la protección y defensa del turista y modifica el Código Penal. Esta norma califica de robo agravado cualquier acto delictivo contra los turistas, por ejemplo cuando se comete en áreas naturales protegidas o en establecimientos de hospedaje, como han sido los casos recientes.
Pero, poco o nada se ha hecho para capturar a los facinerosos y denunciarlos bajo este nuevo ordenamiento legal, lo que revela la poca conciencia sobre la gravedad del problema.
Aquí, se torna urgente una gran campaña educativa, desde las escuelas y las entidades de la sociedad civil, para promover el apoyo a la actividad turística y entender el gran beneficio que reporta al país. Paralelamente, tiene que ampliarse y reforzarse la Policía de Turismo, para acompañar a los grupos de visitantes en sus desplazamientos y coordinar con los estamentos de inteligencia respecto de los puntos peligrosos y las bandas que atacan a los viajeros para desbaratarlas.
El Ministerio Público y el Poder Judicial tienen que revisar la legislación y aplicarla con suma severidad, para hacer ver a los delincuentes que cualquier agresión a los turistas se considerará agravante.
El Perú, como pocos países, tiene un potencial turístico extraordinario que, sobre todo en tiempos de crisis internacional, puede ayudarnos a superarla. Pero, es evidente que los turistas buscan también comodidad, apoyo y seguridad, aspectos que reclaman aun un arduo trabajo del Gobierno y de todos los peruanos, en lo que no puede haber más dilaciones o medias tintas.
(El Comercio).
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