Nuestro paisano Sixto Fernandez Alvarado, residente en Ica nos envía esta obra suya. El es hijo del distinguido Nasqueño Sixto Fernandez Lancho.
NASQUEÑO ATARDECER
Por: Conde Chaucato
En NASCA, cuando el sol inicia su rumbo al poniente, se despide dando espaldas al Cerro Blanco y como en una fúnebre procesión recorre los valles y la línea recta trazada a propósito sobre las Pampas de San José por nuestros antepasados nasquenses, alcanzando finalmente las paradisíacas playas de Llanllarina, San Fernando, La Libertad, etc. Y al contemplarlo, se recrea nuestra imaginación haciéndonos parte del milenario ritual de despedida que con certeza se le tributaba, enrojecidos los rostros, el desierto y los adobes del Santuario de Cahuachi, mientras los Postes de Estaquería con sus alargadas sombras atrapaban aquellas horas…
Convencidos estamos, que nuestro padre repetía ése ritual cuando diaria y puntualmente se apostaba en el umbral de la puerta ó en la vereda adyacente de nuestra vivienda, observándolo. Y nosotros lo observábamos a él y veíamos en su broncíneo perfil una solemne estatua griega ó un épico ceramio!
Pero, además él hablaba como pensando en voz alta y repasaba página a página, el maravilloso libro del hombre…y de sus dioses:
¡Mira Hijo!-exclamaba- ¡mira aquellos matices del atardecer que solo pueden ser logrados por los divinos pinceles! En ése fuego que allí pintado parece emerger, creo ver el fuego supremo de la Creación cuya luz elemental expulsó el caos y las tinieblas animando luego, la vida!
¡En ésos incendios del ocaso y en medio de sus lenguas amarillentas, rojizas y anaranjadas, creo ver a Vulcano y su fragua, forjando las armas del divino Aquiles y el tridente del gran Poseidón!... ¡Y también a Troya ardiendo y sumida en llanto, pagando así el honor burlado de Menelao!
¡Veo allí a los hebreos incinerando a los pueblos del Canaán; a las pérfidas Sodoma y Gomorra arrasadas por la ira divina y a Jehová escribiendo las Tablas de Moisés!
Muchas cosas veo allí, hijo… ¡Si hasta parece brotar el rumor lastimero de Sagunto, Zaragoza, Roma, Leningrado, Moscú, Hiroshima, Nagasaki, Vietnam y de todos los fuegos asesinos creados por el hombre para aniquilar al hombre!
Finalmente el sol se sumió en el mar y nuestro padre calló palmoteándonos cariñosamente la espalda y dirigiéndose a su rincón preferido, entre el librero y el escritorio. Aquél rincón nos parecía un inexpugnable bastión, rodeado de profundos fosos, levadizos puentes y agrestes atalayas donde nuestro viejo bendito se hacía ajeno al mundo con su Biblia, diccionario y los Clásicos de Historia y Literatura!
Hace mucho que él se ausentó para siempre. Hoy, cuando vamos a NASCA y llega la hora del fascinante ocaso, por más que intentamos no logramos ver lo que él veía; nos hace falta su cálida voz que repasaba pausadamente, página a página, el maravilloso libro del Hombre…y de sus Dioses!
Y nosotros, invadidos por la nostalgia y con nuestras sombras alargadas, quisiéramos atrapar aquellas horas ¡COMO LOS POSTES DE ESTAQUERIA!
1 comentario:
ahora me doy cuenta de que tanta profundiad de corazon no puede tener otro origen que no sea nasca...
Giancarlo P. F.
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